La verdad, con tanto
reportaje sobre reyes elaborado por profesionales de la adulación como los que por doquier
nos están avasallando inmisericordemente, sólo cabe concluir que los vendedores
de la monarquía son, como mínimo, tan malos como los de la república. Hasta TVE
va camino de superar a TV+, perdón, a TV3, en sus delirantes apoteósis del amo
de turno.
Uno entiende que tengan el
encargo de ensalzar la figura del nuevo Felipe VI y la de su padre –una posición
difícil, por cierto, la de reina madre macho que le aguarda al segundo- para
afianzar la monarquía al precio que sea, pero como mínimo, podrían hacerlo algo
más inteligentemente. Porque lo que están haciendo son hagiografías entre pacatas
y almibaradas que resultan de un baboso insoportable. Y la cosa no está para
babas, que bastante tuvimos con las de la hermana cuando las Olimpiadas. ¿Se
acuerdan?
Porque lo que no es de
recibo, vamos, es que es para echar a la calle al director de programa, es
tanta lisonja impostada, tanto enaltecimiento groseramente torpe, como cuando
suena la voz en off de un antiguo profesor del príncipe regodeándose en lo
rápido que era mentalmente en sus tiempos de estudiante, a la vez que se
intercala con imágenes de algún discurso suyo. Vamos, que debe haber un montón
de republicanos infiltrados, porque si no, no se entiende.
Pero lo más exasperante es la
sensación inevitable de que se nos está vendiendo un nuevo Camelot low cost. Y no, por más rebajado que
esté, los mimbres de la casa real española no dan para el cesto de la materia
de Bretaña, por más ganas que se le pongan.
Porque ni uno da para
Arturo, ni la otra para Ginebra; tampoco se sabe de ningún Lancelot que ande
rondándola; y menos aún da la infanta para Morgana, o el duque empalmado para
Mordred -aunque, todo hay que decirlo, émulos de Mordred sí los hay-. Tampoco
Botswana es Avalon ni el proboscídeo un dragón medieval salido del averno.
¿Será Excalibur la carabina automática del safari? ¿O “Nóos” el Santo Grial de
la posmodernidad monárquica? Porque el nombrecillo no deja de evocar al plural mayestático…
Además, definitivo y concluyente, Mariano no es el mago Merlín.
Así que de Camelot, nada
de nada. Como mucho, la Corte de los milagros o los Borbones en pelota... y gracias. Que ya está bien de
pretender que comulguemos con ruedas de molino. Que una cosa es que el debate
república o monarquía pueda ser ahora mismo contextualmente, que no
formalmente, extemporáneo, y otra que pretendan vendernos la monarquía como el
mejor de los regímenes posibles e imposibles. Hasta ahí podríamos llegar…
Camelo, más que Camelot.
ResponEliminaY listillos, más que Nous Poyetikos.
Claro, mi estimado Bacon, claro, Camelo es precisamente Camelot low cost. Lo has definido en tres palabras.
ResponEliminaUn saludo.