El más fuerte, nunca lo es
lo suficiente si no consigue convertir su fuerza en derecho y la obligación de
obedecerle en deber. No deberíamos olvidarlo. Nos lo recordaba el joven Marx,
quien a su vez lo había extraído de Rousseau... En realidad, lo sabemos, como
mínimo, desde Hobbes y Maquiavelo.
Lo que más sorprende de las
airadas reacciones que ha suscitado la crisis de Crimea y su referéndum es,
precisamente, la explicitación de este olvido y su remisión a un derecho
internacional que, a la vez que se reivindica, se ignora el material con que
está construido. En un primer grupo se trata de un olvido que habría que
entrecomillar, si nos referimos a aquellos que, con perfecto conocimiento de
causa, lo invocan pro domo sua. En un
segundo grupo, en cambio, más bien parece que no se trata de un olvido, sino de
simple ignorancia sobre las auténticas fuentes del derecho internacional.
Nada que decir sobre el
primer grupo, eso sí, sin menoscabo del legítimo cinismo que incorpora.ARTÍCULO COMPLETO AQUÍ
Unas reflexiones magníficas, Xavier. Felicidades por el artículo. Me temo que la palabra "reflexión " no se encuentra en el diccionario del ministro Margallo. Debe estar tan ocupado "españoleando por el mundo" que no tiene un momento para darle un par de vueltas a las cosas...
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