Y este era el gran problema
que supo captar la genialidad de Terricabras: psicológicamente,
la idea del funcionario desaparecía con el planteamiento de CIU, pero sociológicamente, y hasta si me
apuran ontológicamente, no; porque
sigue habiendo allí un tío ocupando un cargo del que no puedo prescindir. Que
el tío no sea el mismo siempre, es lo de menos, al fin y al cabo también
concursan y se jubilan los actuales funcionarios, amén de otras maneras de sacárselos de encima. No, el problema es el puesto
en sí, y a por él hay que ir. Y para este cometido, nada mejor que el
director-masovero. Porque el masovero no está para aplicar la ley en nombre del
amo, sino para ser él la ley, con la única condición, eso sí, que
no le complique la vida al amo... Los ingenuos de CIU o del PP no habían reparado en ello. Terricabras, sí.
El modelo de organización de
los institutos en Cataluña bajo esta óptica ha sido impecable. Se ha empezado
por erosionar la estructura, y una vez esta esté desmantelada, se irá a por los
agentes que la componían, ya sin atribuciones. Seremos funcionarios mussilianos. Si sigue manteniéndose una cierta inercia es por la pervivencia de una vaga tradición de sentido común; los contenidos formales que permanecen después de la desaparición de los materiales, como las estrellas que seguimos viendo porque su luz nos llega después de su extinción real. Pero dentro de poco ya ni eso. No estamos hablando de una estrella a cuarenta millones de años luz. Tienen prisa.
¿No puedo despedir a los
funcionarios? pues iré a por sus funciones y cargos. Eso sí que se puede hacer.
Y cuando la primera fase esté consumada, a por la segunda. Es la frívola avidez de los políticos convertida en materia de la astucia de la razón terricabrina. Así es como, de la
simple frivolidad de clientelizar a los funcionarios, como si regresáramos al
siglo XIX, el agroindependentismo, suprimiéndolos de iure, supo ir más allá que los burguesitos neoliberadores
de CIU y les enmendó la plana trascendiéndolos de largo. Desde entonces, duermen en su regazo... el sueño de los tontos.
Cabe una última pregunta. El
modelo «masover» se empezó aplicando en la enseñanza ¿Por qué? ¿Hay alguna razón para ello?
Pues sí. Ahí también
el dilecto Terricabras afinaba más que Mas y sus pinyoleros.
Empezando por la educación se aseguraban varias cosas. Por un lado se trataba de un sector funcionarial con unos sindicatos mayoritarios mansos como corderos y glotones como gorrinos -no en vano dos de ellos desertaron en el momento clave de la lucha contra la LEC-. Por otra parte, se garantizaba así que los supuestos destinatarios del servicio, los futuros ciudadanos hoy adolescentes, no se
enteren o, mejor aún, no se forjen jamás un criterio sobre lo que se ha pensado para
ellos en el nuevo orden. Y eso también es una póliza de seguros contra una posible objeción al
modelo agroindependentista: Si las estructuras políticas y sociales del siglo
XIX llevaron a las del infausto XX ¿Qué nos asegura que las del «masover» del XVII no
evolucionarán ahora hasta las del XIX?
Buena objeción, pero no
sirve. Porqué esta vez no habrá una revolución como la francesa, que fue la que
lo echó todo a perder. Y para que no haya tampoco nunca una nueva Ilustración como la que
la provocó, por eso se empieza por la enseñanza.
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