Ayer, en Madrid, durante el
transcurso de una amena e interesante conversación sobre el tema de la independencia de Cataluña y la controversia
que ha suscitado el anuncio de la consulta por el gobierno del Sr. Mas,
"VD", uno de los participantes en dicha conversación, aportó una
inteligente valoración que, a mi entender, nos mete de lleno en una paradoja de
esas que ríanse ustedes de la Russell. Sólo que, eso sí, no en términos de lógica
matemática, sino de lógica política, que también la hay o debiera haberla.
La controversia sobre el
referéndum catalán radica fundamentalmente en su ilegalidad desde el punto de
vista del marco jurídico determinado por la Constitución. De acuerdo con este
marco, Rajoy sostiene que el único órgano con capacidad legal para convocar una
consulta de estas características es el propio gobierno español, en tanto que
detentor de los poderes del Estado de acuerdo con la Constitución. Unas
facultades que, por otro lado, no piensa ejercer -ya ha dicho que no habrá
referéndum-. Por otro lado, también de acuerdo con este marco
jurídico-político, la consulta, de realizarse, debería incluir a todos los
ciudadanos españoles con derecho a voto.
Lo que VD sugirió es lo
siguiente. Diríase que si Rajoy se remite al supuesto extremo de que si hubiera
un referéndum sobre la independencia de Cataluña la consulta debería hacérseles
a todos los españoles, puede que sea porque tiene la absoluta certeza de que
dicha consulta arrojaría un resultado contrario a la independencia. Pues bien,
él afirmaba que quizás no debería estar tan seguro de eso, ya que en el resto
de España empieza a extenderse la idea de que si los catalanes se quieren ir,
pues que se vayan. Así que de celebrarse este referéndum, igual más de uno se
llevaba una sorpresa.
Ciertamente, las razones por
las cuales en el resto de España se pudiera votar «sí» a la independencia de
Cataluña serían de lo más variado, yendo desde el puro y simple hartazgo hasta
el respeto por el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Pues bien, fue
este comentario especulativo sobre la victoria del «sí» a la independencia de
Cataluña en un referéndum español, como «posibilidad», la que da lugar a un «posible»
escenario del que se sigue una situación tan paradójica como imprevista, pero
no por ello imprevisible. Veamos.
Vaya por delante que una victoria
del «sí» en un referéndum extendido a toda España es más que improbable y que
eso no lo ignora nadie. Pero no por ello «imposible», al menos si entendemos
«posible» en su sentido originario: cognoscitivamente representable. Es decir,
no estamos ante una contradicción que precisamente por ello sea impensable,
como sería el caso, por ejemplo, de un círculo cuadrado, o que Rajoy y Mas se
vayan de copas juntos. Pues bien, vayamos a por la paradoja.
Votar por la independencia
es decidir la secesión de un territorio, y para eso sí que es soberano el
pueblo español. Así lo admite el propio Rajoy cuando afirma, contra el referéndum
catalán, que lo que ocurra con un territorio español es cosa de todos los
españoles.
Pues bien, supongamos que el
referéndum arrojara una victoria global del «sí» en toda España, pero que
territorialmente en Cataluña, y precisamente en Cataluña, venciera el «no».
¿Qué pasa entonces? ¿Es constitucional que la mayoría de la población
decida la separación, o la exclusión, de un territorio que hubiera votado
que no se quiere separar? ¿Cómo habría que interpretar entonces eso de la
soberanía nacional?
Porque según el propio
Rajoy, la eventualidad de un referéndum circunscrito a Cataluña está totalmente
cerrada... incluso, hemos de entenderlo así, para que ratificara o no
nuevamente la decisión española de darle puerta. De modo que, siguiendo
a Rajoy y sus mariachis, si el pueblo
catalán no es nadie para decidir por su cuenta si se va o no, menos lo iba a
ser para decidir que se quedaba contra una decisión soberana expresada en
referéndum por el pueblo español soberano.
¿Choque de trenes con los
papeles intercambiados? ¿Lo ha pensado bien Rajoy? Sí, supongo que sí, pero
circunscrito al ámbito restrictivo de un pragmatismo que opera sólo con lo
probable en el sentido de lo inmediato. Es decir, pensando que un referéndum en
toda España iba a arrojar un rotundo «no» a la independencia y
neutralizando de este modo el incierto resultado que pudiera darse en Cataluña.
Pero precisamente por esto, este actuar pro
doma sua le lleva a obviar la
inferencias que de su sentido de estado se desprenden claramente a juzgar por
su posición en este tema.
Que se den las
circunstancias como para que se produzca en España esta paradoja -la expulsión
de un territorio que opta por seguir integrado-, es altísimamente improbable...
a corto plazo. Pero como ya sabemos, los políticos sólo piensan a corto plazo. Y
sus concepciones globales parecen ajustarse a las propias exigencias que tal
inmediatez impone. Sin pensar que tal vez, más adelante, puede que de ciertos
polvos conceptuales aparezcan luego lodosos defectos de forma y de contenido.
Ante un problema, atenerse exclusivamente a legajos con el fin de justificar la
propia posición, por más que éstos sean los que marcan el orden jurídico, es
más que problemático, porque puede dar lugar a paradojas como la que
modestamente se me ocurrió a raíz del comentario de este amigo.
Porque según todo el
argumentario que se está esgrimiendo contra la celebración de un referéndum en
Cataluña, lo que se infiere es no sólo que los catalanes no podemos
decidir si queremos ser independientes o no, sino también que toda España sí
que puede decidir echarnos sin más.
Lo dicho, improbable, pero
no por ello imposible. Y paradójico.
La paradoja que señalas es interesante pero discrepo en el sentido que atribuyes a las afirmaciones de Rajoy; según esa interpretación , Rajoy habría afirmando en su discurso que un eventual referéndum de autodeterminación debería convocarse en toda España y que en ese referéndum se podría conceder o no la independencia a un territorio, si así lo decidiera la mayoría.
ResponEliminaYo creo que el núcleo del discurso de Rajoy está en la afirmación tajante de que en democracia, por principio, el cumplimiento del derecho y el respeto a la norma tienen prioridad sobre la expresión de la voluntad popular, a la escala que sea. Ningún poder del estado, ni la voluntad popular, puede decidir sobre asuntos si esto contradice las leyes en vigor.
Según el sentido de su discurso , ni siquiera la defensa que hace del conjunto de los ciudadanos españoles como sujetos de la soberanía les legitima para conceder la independencia a una parte del territorio, desde el momento en que la constitución, en su título preliminar, artículo 2, declara la indisoluble unidad, etc, etc. No lo dijo con esas palabras, pero el sentido era ese. No creo que costara mucho apoyar esta afirmación con frases de su intervención.
Por ello, ateniéndonos a la argumentación rajoniana o marianista , primeramente se debería modificar la constitución, eliminando esa restricción porque, mientras siga vigente, ni siquiera el conjunto de los ciudadanos pueden tomar esa decisión. Esa modificación llevaría a una nueva constitución, que debería ser votada por el conjunto de los españoles. Yo creo que el referéndum al que aludía Rajoy sería este y no uno en el que directamente se decidiera sobre la independencia de un territorio.
En esa nueva constitución, dependiendo de como estuviera redactada, es donde podría producirse la situación paradójica de la que hablas. Con la actual constitución, suponiendo que sea respetada, no cabe tal paradoja.
Cierto, no te falta razón en lo referente al ordenamiento jurídico, si bien algunos juristas nada sospechosos de independentismo, como Francesc de Carreras, sostienen que el referéndum podría llevarse a cabo dentro del actual marco constitucional incluso restringido al territorio catalán. Desde luego, no parece ser el criterio mayoritario, y no seré yo quien opine sobre esta cuestión porque, simplemente, carezco de formación jurídica como para ello.
ResponEliminaLo que me interesaba en realidad resaltar es simplemente el absurdo de esta eventualidad, consideraciones jurídicas al margen. La posibilidad de la paradoja a partir del comentario ayer de un compañero, y amigo, que me sugirió esta eventualidad tan surrealista pero, insisto, no por ello imposible: que en el resto de España pudiera salir el "sí" y en Cataluña el "no", lo cual nos situaría en una de estas tesituras tan propias del groucho-marxismo que tanto éxito ha tenido por aquí. Por lo demás, tengo la intención de colgar unas apostillas al post y muchas gracias por tus aportaciones.