dilluns, 29 de setembre del 2014

TOLERANCIA VS PUSILANIMIDAD

«Háganlo, puesto que son sus costumbres. Yo levantaré un patíbulo junto a cada pira, y en él ahorcaré a quienes quemen a esas mujeres. Así ustedes conservarán sus costumbres y nosotros las nuestras».
 
Arturo Pérez Reverte, en  "Sobre idiotas, velos e imanes".

dijous, 25 de setembre del 2014

HACIA EL 9-N: LA PENÚLTIMA VUELTA DE TUERCA




 
A medida que los acontecimientos se van precipitando en esta vorágine de propósitos y despropósitos que nos acapara a diario, cada vez está más claro que el objetivo del independentismo es llegar a dar aquella vuelta de tuerca a partir de la cual no haya posible retorno; la única estrategia que, a medio plazo, puede llevar a Cataluña hasta la independencia. Es decir, forzar al Estado a suspender cautelarmente la autonomía catalana y conseguir, con ello, un progresivo enrarecimiento de la situación hasta extremos que inviertan el sentido que, hasta ahora, las cosas parecían llevar. La lógica solución de continuidad al “procés” que, si no me equivoco, entrará a partir de ahora en una nueva fase que irá mucho más allá de las declaraciones de intenciones y de las demostraciones de fuerza más o menos festivas y testimoniales. No se vislumbra un escenario nada halagüeño, se mire por donde se mire.
Las recientes declaraciones de Mas, situándose como 129 presidente de la Generalitat, y recordando que se trata de una institución anterior a la Constitución son, en este sentido, tan explícitas como las que esporádicamente han proferido algunos generales jubilados del ejército español. Las esencias, las patrias, están más allá de la ley y de la historia. Igualmente explícitas son las afirmaciones de algún vocero mediático sobre el resultado del referéndum escocés, con un título que habla por sí mismo: el derecho a decidir a los 65 años, recurriendo a algo tan vil como que el voto contrario a la independencia tuviera mayor eco entre la población de más edad, y descalificándola moralmente por ello, frente al supuesto fervor independentista de los jóvenes escoceses. Inquietante. No es este exactamente el contenido del artículo, pero basta con el título, es lo que la mayor parte de la gente lee.
 
EL ARTÍCULO COMPLETO AQUÍ

dimecres, 24 de setembre del 2014

dilluns, 22 de setembre del 2014

LA RECONDUCCIÓN DEL "PROCÉS": UNA PROPUESTA SERIA





La verdad es que desde mi propuesta de referéndum organizado por el Estado y con requisito de 2/3 de participación y 3/5 de voto favorable, me he limitado a seguir dándole vueltas y más vueltas a lo mismo, sin aportar nada nuevo. Lo reconozco.

Tampoco la propuesta ha trascendido más allá de estas humildes páginas. Los españoles, ya se sabe, aducen que la Constitución no lo permite y, además, si lo permitiere, luego vendrían los vascos -que son muy suyos-, los canarios, hasta puede que los extremeños y, por qué no, Ceuta y Melilla... Y si  a los "catalanufos" se les concede este derecho ¿por qué razón no lo iban a tener los demás ¡eh! por qué? Así que por este lado, nada de nada. 

Los independentistas, por su parte, no ven nada claro el requisito de mayorías cualificadas, ignoro por qué razón, ni, menos aún, la participación del Estado en la consulta, previa reforma de la Constitución, cuya sola mención les produce erupciones tales que ni la del Krakatoa. Descartemos pues, por razones antropológicas, de talento y de talante, la alternativa más, digámosle, británica, y hagámoslo a nuestra manera, como siempre, con un par ¿Pero qué hacer?



Porque la situación sigue emponzoñándose más cada día que pasa, sin que las respectivas partes se muevan un ápice de sus planteamientos iniciales. Todo el mundo da por hecho que el Estado, a través del TC, prohibirá la celebración del referéndum. Y a partir de ahí, entramos en un incierto callejón cuyas eventuales salidas van de malo a peor, y de peor a pésimo. Vamos, que no parece que se vislumbre alternativa alguna que desatasque tan incómoda situación. Y urge.


La solución de continuidad al "procés" la postuló el otro día "F". A él se la debo y no me duelen prendas en reconocerlo. He añadido, eso sí, algo de cosecha propia. Se trata de un cambio de tercio en toda regla de la estrategia independentista; un nuevo enfoque que modificaría el escenario actualmente desfavorable a la consulta, que ejercería de revulsivo y que, además, evitaría cualquier atisbo de ilegalidad inconstitucional y abriría las puertas a las simpatías europea e internacional, de las cuales el “procés” anda tan faltado. Una «implementación» para la cual basta con demostrar suficiente determinación como para ello y saber elegir el campo de batalla adecuado.


La propuesta es la siguiente. El día después de la proscripción del referéndum, el Sr. Mas y la Sra. de Gispert –presidente de la Generalitat y del Parlamento catalán, respectivamente-, en su condición de máximas autoridades institucionales catalanas, y debidamente acompañados por este genio de la comunicación que es el portavoz Quico Homs, se desplazan a Madrid, se sitúan ante el Tribunal Constitucional, plantan  allí una tienda de campaña y se declaran en huelga indefinida de hambre. Así, a la brava. Hasta que se arregle el tema... Y sin prisas.

¿Se imaginan la repercusión internacional que tendría esta nueva forma de lucha? Habría, eso sí, que tener algo de paciencia, porque al principio lo tomarían por un nuevo farol, pero tan pronto como se empezara a adquirir conciencia de la envergadura del envite, comenzaría a cundir la inquietud por el Foro.

Primero aparecerían las oenegés de todo el mundo occidental y parte del extranjero. Luego las agencias y cadenas de comunicación de todo el orbe. Algunos cenutrios con aguilucho y camisa azul darían la nota ante todo el mundo. A los pocos días, de más, y kilos, de menos, el escándalo está asegurado. La determinación de los padres de la patria y su ardor por la causa dejarían de tomarse a recochineo y a más de uno, a Monago, por ejemplo, le pondrían un bozal en el morramen para evitar que, con sus berreos, trascendiera al mundo civilizado el cutrerío endémico a estos pagos. La correlación de fuerzas empezaría a invertirse. Y sólo sería el principio.

La operación, ciertamente, requeriría de una sofisticada logística y de una calculada estrategia de incremento dosificado de la presión. Pero para ello hay sobrados recursos y hasta excedente de expertos avezados en estos menesteres. Además, la huelga de hambre lo sería también de silencio trapense. Un único interlocutor, desde el Hotel Palace de Madrid, Duran Lleida, informaría al mundo de la evolución de los huelguistas que, mientras tanto, a lo suyo. Un efecto colateral de esta medida sería la desaparición de las intervenciones públicas de Quico Homs, lo cual redundaría sin duda en un mayor reconocimiento de la seriedad de la causa. Cuando se va a por todas, se va a por todas.

A la semana de huelga, se incorporan a ella las «caudillas» del brazo social, Sras. Forcadell y Casals, in situ, al mismo tiempo que todo el equipo de gobierno catalán, con sus cargos y carguetes de confianza, sentarían sus reales en la calle frente a sus respectivos despachos. Día y noche, sin concesiones. Paralelamente, las embajadas catalanas en el extranjero, justificando así su existencia y el sentido estratégico de sus valedores, utilizarían sus trabajados contactos internacionales para que se difundieran las imágenes del toro de la vega y de las cabras arrojadas por el campanario del pueblo en fiestas mayores mesetarias, que aparecerían hasta en la televisión local de Milwaukee, así como también las más suculentas declaraciones de Monago y otros ilustres próceres sobre "los catalanes". Un trending topic a escala internacional en twitter. El no va más.

Y con el comienzo de la tercera semana, se iniciaría la fase decisiva, la ofensiva final. Diez mil elegidos por sorteo entre los participantes registrados en la última “V”, se declararían también en huelga de hambre, siguiendo a sus líderes, frente a sus lugares de trabajo... o de residencia en caso de carecer de lo primero; a la siguiente, diez mil más, y así sucesivamente...

Las calles y ciudades de Cataluña, cada vez más repletas de tiendas de campaña con la bandera estelada en el palo mayor, se irían convirtiendo en un escenario que mostraría al mundo la determinación de un pueblo identificado hasta el final con sus líderes. La cineasta oficial, Issona Passola, podría, además, emular a Lenny Riefenstahl, y mejorar sensiblemente el reciente truño que evacuó con L’endemà…  “El triunfo de la determinación”, podría titularse. Y la prensa y la televisón, a sus puestos, a informar. Que no es cuestión de vivir del momio mientras los jefes se la están jugando. Se acabó la comedia, es la hora de la verdad. ¿No se trataba de esto?

El impacto en el mundo mundial no tendría parangón. A razón de diez mil incorporados a levas cada semana, hasta el millón ochocientos mil de la "V", la cosa daría para ciento ochenta semanas. Casi tres años y medio... ¿Quién aguantaría semejante presión?

Puede que se quedaran por el camino algunos émulos de Bobby Sands, sí, pero la causa bien lo vale. Peor para el enemigo, cuya imagen se iría deteriorando al mismo ritmo que la demacración de los huelguistas. El Estado español se vería metido en un brete de aquellos que ahí te las compongas y puesto a chupa de dómine por los mismos que, poco antes, le habían reído las gracias. Su posición se tornaría insostenible y, como mucho, a los tres o cuatro meses, habría fecha para el referéndum con observadores internacionales de la ONU incluidos.

Está al alcance de la mano. Gandhi doblegó así, él solo, al Imperio británico ¿Qué no podrán un millón ochocientos mil? ¿Será España más que la pérfida Albión? El pueblo sólo está esperando la señal de sus líderes, primeros en el ejemplo de compromiso con la patria, para seguirles hacia su glorioso destino manifiesto. Y sin Constitucional, ni tanques ni cabras de la legión que valgan. Las televisiones mostrarían los opíparos desayunos de los magistrados constitucionales mientras, apenas a cien metros, los tribunos del pueblo catalán se dirigen a una muerte segura por inanición. Y detrás de ellos, repartidas por toda la geografía catalana, dos legiones semanales que se incorporan a la lucha. ¿Quién es capaz de soportar tal imagen? Nadie. 

Una victoria sin paliativos. ¿A qué esperan? El pueblo está esperando la señal del ejemplo. ¡Ánimo! eso está hecho. Sólo falta lo que hay que tener.
 

diumenge, 21 de setembre del 2014

CATALONIA NON EST CALEDONIA SICUT HISPANIA NON EST BRITANNIA




La digestión que se está haciendo del referéndum escocés en este nuestro ruedo ibérico es la que era de esperar: grotesca sin más. Hasta podría resultar entrañablemente graciosa de no ser por el hecho de llevar incorporada una característica propia de estos pagos: nadie, a ambos lados del Ebro, parece haberse enterado de nada, sin que ello sea óbice como para que cada cual crea estar arrimando el agua a su molino. Y no es un tema como para reírse.

Como viene siendo habitual, uno nunca tiene la culpa de nada, y a la hora de compararse con los británicos, el otro es siempre el malo y el que lo estropea todo. Véase si no a Mariano presentándose como el Cameron español cuya desgracia es que Mas no sea Salmond. Mas, a su vez, equiparándose a Salmond, se lamenta de no tener en frente a un Cameron con el que tratar. En realidad, el problema son ambos, Mariano y Mas... y lo que representan.

Cameron recogió el envite de Salmond y aceptó la convocatoria de referéndum, poniendo él mismo parte de las condiciones para su celebración, entre otras, la pregunta. Mariano ni ha querido oír hablar del tema, escudándose en el marco legal y aduciendo que la ley británica lo permite, mientras que la española no, sin preguntarse por qué la española no lo permite y sin moverse un centímetro de sus posiciones

Por su parte, cuando Cameron aparentó darse cuenta de que tal vez se impusiera el "SÍ", reaccionó como un político con reflejos y contemporizó asegurando, junto a los líderes de los otros tres grandes partidos británicos -los labour y los libdem- la devolution a Escocia de importantes competencias si decidía seguir en el Reino Unido. Valga decir, por cierto, que las competencias de Escocia, por más Bank of Scotland y libra escocesa que puedan lucir, son muy inferiores a las de cualquier autonomía española. Escocia votó seguir en el Reino Unido y ahora empezarán las negociaciones para la devolution. Mariano, ante cada vez más movilizaciones, cuya magnitud debería inquietarle, porque es evidente que se trata de un problema político grave, se remite una y otra vez a lo mismo... La culpa, cómo no, es del otro.

Por más que algunos retrógrados timoratos, incluida Frau Merkel, le hayan criticado por aventurero y temerario, lo cierto es que Cameron ha demostrado tener un talento político que ya quisiera para sí Mariano, y una cintura de la que nunca podrá presumir Frau Merkel. Además, a la Gran Bretaña nadie la ha de decir lo que ha de hacer o dejar de hacer... faltaría.

Mariano, por su parte, se ha limitado a ampararse en la ley para justificar su negativa. Un argumento que, por cierto, sólo un leguleyo ingenuo, interesado o tonto de remate, puede seguir sosteniendo seriamente. Porque una cosa es un problema político y otra una cuestión jurídica. Y si el ordenamiento jurídico no puede dar cuenta del problema político, se cambia y punto. El Sabbath para el hombre, no el hombre para el Sabbath, reza el Evangelio; lo mismo podríamos decir del marco jurídico. Pero Mariano no se ha mostrado dispuesto siquiera a proponer los oportunos cambios en el ordenamiento jurídico español que permitieran poder hablar del tema, ni aunque fuera ad calendas graecas. Y Mariano tiene ahora un problema que, ojalá me equivoque, lleva camino de enquistarse con todo lo de indeseable que ello conlleva. Cameron ya lo ha resuelto para una buena temporada.

Porque Mariano podrá impedir el referéndum, sin duda alguna, pero no que ERC sea el partido más votado en las próximas elecciones catalanas. Y eso no es sino agravar el problema.

Porque las alusiones al artículo 155 de la Constitución son, o un brindis al Sol de la misma enjundia que el referéndum de Mas, o el inicio de  una incierta singladura sin puerto de destino claro y sujeta a imprevisibles avatares que acaso acabaren provocando lo que pretendían evitar. Porque puede que lo de Mas sea un brindis al Sol, pero no lo son las amenazas de ERC de declarar unilateralmente la independencia a la que puedan articular una mínima mayoría en el Parlamento catalán. Si, llegado el caso, se interviene o suprime la autonomía catalana, siquiera temporalmente, y considerando la inevitabilidad inherente a las formas de llevarlo a cabo, estaríamos ante un escenario que, en un par de años, llevaría a Cataluña hacia la independencia. Entonces sí que sería irreversible, y todo por estupidez política.

Vamos, que la comparación entre Cameron y Mariano no se sostiene por ningún lado. El primero actuó ante un problema, afrontándolo con inteligencia política; el segundo, en cambio, actúa no actuando.  Pero tampoco es que tal constatación implique que la razón esté del lado de Mas, nada de eso. Porque si Mariano no es Cameron, tampoco Mas es Salmond, por más que guste de compararse con él para poder lamentarse de no tener enfrente a alguien tan tolerante y contemporizador como Cameron. Y aunque, ya puestos en ello, también podría preguntársele a Cameron por qué no convoca un referéndum en el Ulster, aceptemos la mayor: el problema es Mariano, o sea, España, porque si Mas es Salmond y Mariano no es Cameron, la cosa está clara...

…O puede que no tanto. Porque a la hora de comparar a Mas con Salmond, como hemos hecho con Mariano y Cameron, aparecen también diferencias, de talento y de talante, más que significativas a favor del segundo. Para empezar, Salmond se presentó a las elecciones con un programa electoral muy claro, anunciando que optaría por la independencia, cosa que nunca ha hecho todavía el Sr. Mas.

Pero es que, además, Salmond lanzó su órdago refrendario después de ganar unas elecciones con este objetivo proclamado, y tras haberlo pactado con Cameron, mientras que el Sr. Mas lo hizo después de perder una docena de diputados en unas elecciones que había adelantado para obtener una "mayoría excepcional" que le legitimara para hacer lo que, de todos modos, hizo, y sin presentarse como explícitamente independentista.

Tampoco Salmond les propuso ninguna hoja de ruta truculenta y confusa a los escoceses, sino una consulta previamente pactada con el gobierno británico, donde la única incertidumbre era el resultado del referéndum, mientras que Mas ha lanzado una propuesta que no está en condiciones de cumplir ni en su primera fase: la celebración de dicha consulta.

Y finalmente, porque Salmond, después del "NO" escocés a la independencia, ha reconocido el resultado y, de acuerdo con una respetable tradición de dignidad política, ha anunciado su dimisión, cosa que no sólo Mas no hizo después de su penúltimo batacazo, sino que ahora, tras el fiasco del referéndum, intentará salvar los muebles nuevamente, ya sea concurriendo con ERC a unas nuevas elecciones avanzadas  o, ante la eventualidad de ruptura con una ERC que se echara al monte, aguantar los dos años que le quedan con los votos del PSC o del PP, y a ver si las cosas cambian mientras tanto, si la gente se olvida de las corrupciones de los Pujol, si ERC se desacredita y entra en alguna de sus crisis cíclicas o si, en fin, se le aparece la Virgen y lo ilumina... No, tampoco se puede comparar a Salmond con Mas. Y es que unos, Cameron y Salmond, son británicos; los otros, Mariano y Mas, hispanos. Y todavía hay clases. Aquí, todos siguen, seguimos, en el ruedo ibérico. Lo demás, excusas de mal pagador y, lo peor, ni siquiera sana envidia.

divendres, 19 de setembre del 2014

CATALUÑA Y ESCOCIA: PROPÓSITOS Y DESPROPÓSITOS



Ahora que ya conocemos la victoria del “NO” en el referéndum escocés, por 11 puntos de diferencia, lo más probable es que asistamos a una revisión de tanta afinidad como desde ciertas posiciones se proclamaba entre los casos escocés y catalán, que muchos más bien han querido ver como quisieran que fuera, pero no como es.

Soy de la opinión que un referéndum en Cataluña obtendría unos resultados parecidos al escocés, o acaso hasta algo más amplios a favor del “NO”. Por supuesto que estoy pensando en un referéndum como debe ser, y no en la mojiganga del Sr. Mas. O sea, organizado por el estado o conjuntamente con el gobierno catalán, y sin preguntas trampa. Que el estado se cierre en banda es algo que, en todo caso,  a quien embrutece es al propio estado, pero en modo alguno, como se tiende a presentar, nada que dignifique al Sr. Mas victimizándolo, sino que más bien es un exponente de su torpeza política en la planificación del proceso. Porque no es la única diferencia que el gobierno británico haya admitido el referéndum y el español no lo admita, sino que en sus respectivos recorridos, hay diferencias substanciales de entrada. 

La verdad es que las semejanzas entre Cataluña y Escocia se acaban tan pronto como empiezan. En ambos casos, como lo serían también Euskadi o Baviera, se trata de pueblos o naciones cuya articulación política se ha dado históricamente desde su inclusión en entidades de mayor dimensión. Pues bien, en esto sí coinciden Escocia y Cataluña, pero en nada más.

Escocia, con la salvedad del petróleo del Mar del Norte, al que le quedan 15 años como mucho, y aunque represente cerca de un tercio de su territorio, es económica y demográficamente insignificante en comparación al resto del Reino Unido. Cataluña, por su parte, si bien de superficie mucho más pequeña en relación a España, es la segunda potencia demográfica y la primera económica. Ello marca ya una diferencia cualitativa, pero no porque la eventual independencia de Cataluña fuera a crearle a España problemas mucho mayores que al Reino Unido la de Escocia, sino también con respecto a Cataluña, cuyas exportaciones al resto de España constituyen más del 40% del total. Dejando los temas de la UE y el euro al margen, el impacto económico de la independencia de Cataluña sería, tanto para ella como para España, mucho mayor que para el Reino Unido la salida de Escocia.

Tampoco en la forma de entender y vivir la propia identidad colectiva parece que haya demasiadas similitudes entre Escocia y Cataluña. Y ello no sólo porque las gaitas, el whisky de malta o las faldas masculinas, gocen de mayor prédica internacional que la sardana, la calçotada o los castillos humanos, sino por la forma de vivir y de entender la propia identidad cultural y, de ahí, su hecho diferencial.

Como ya decía Jordi en sublog, los escoceses tuvieron a David Hume. Nosotros, en cambio, lo más parecido que podríamos encontrar se remontaría a la Edad media: Ramon Llull o Bernat Metge, por ejemplo. Con un matiz que, más allá de la distancia en el tiempo, nos revela algo mucho más significativo que una simple anécdota o ejemplo, constituyéndose como una categoría fundante de la identidad catalana desde la perspectiva nacionalista.

La importancia de Llull para el menestralismo cultural nacionalista consiste en que escribiera en catalán. Sin que pretendamos convertir esta entrega en una reivindicación universalista de Llull, sí he de decir que, dejando de lado que también escribió en latín, se trata de alguien elogiosa y reverentemente citado por personajes como Descartes, Leibniz, Schopenhauer o Wittgenstein. Pero claro, no es esta parte de la obra de Llull la que por aquí ha interesado…

A diferencia de los escoceses, la construcción de la identidad catalana ha partido de un sesgo que no deja de ser una traición a su propia historia: sólo se entiende por cultura catalana la que se haga en catalán y resulte útil al proyecto de construcción nacional identitario. Se requieren ambas cosas; si no, pensemos, en el caso Pla. Cierto que en Cataluña no tuvimos a un David Hume en el siglo XVIII, pero es que de haberlo tenido, lo más probable es que hubiera escrito en castellano…como lo hizo Balmes en el XIX, o lo siguen haciendo Marsé o Mendoza. En Escocia serían escoceses, aquí…

No, ciertamente, la identidad cultural escocesa se ha vivido de otra forma, acaso mucho más desacomplejada o, en todo caso, sin necesidad de restringir los criterios de adscripción. Y tampoco es un arma arrojadiza política. Es tan escocés David Hume como William Wallace. En Cataluña, en cambio, no es así, porque la categoría fundante de la identidad nacional catalana determina de entrada qué ha de ser catalán y qué no; una autolimitación empobrecedora cuyas consecuencias son evidentes para cualquiera que le eche siquiera un vistazo al panorama cultural catalán de hoy en día, por no hablar del intelectual...

Aunque, evidentemene, haya servido de refuerzo simbólico, el problema de los nacionalistas escoceses no era estrictamente identitario en su propuesta de separación del Reino Unido, sino más bien de modelo social y de estado. Y una vez más, las diferencias entre los nacionalistas escoceses y los catalanes son abismales. Aquí, el identitarismo como producto para consumo de masas, se sirve compulsivamente en sobredosis masivas desde todos los medios de comunicación al servicio del poder. Pero nadie habla del modelo social o político previsto para la futura Cataluña independiente.

Escocia no solamente ha sido una zona pobre en relación a Inglaterra, sino también empobrecida por las políticas económicas neoliberales y de desmantelamiento del estado del bienestar llevadas a cabo por los gobiernos británicos desde Margaret Tatcher. La fuerza política de Salmond residía en buena medida en la exigencia de gestionar los propios recursos –el petróleo- con criterios, diríamos políticamente, mas socialdemócratas, frente al ultraliberalismo económico de los torys londinenses. Es decir, Escocia quería más Estado, y si Londres no estaba dispuesto a ello, se hacía el propio.

En Cataluña es precisamente todo lo contrario. En el nacionalismo catalán, la idea de Estado –aunque fuera el propio- y de Administración pública, produce sarpullidos sólo de citarse, y su propensión a la privatización es verdaderamente irreprimible. Basta con ver las políticas de desmantelamiento de lo público que el nacionalismo en el poder ha seguido en Cataluña a lo largo de los últimos treinta años, en sanidad, en educación, en obra pública... A su lado, y de no estar limitados por el marco legal, Reagan, Tatcher y hasta el mismísimo Ansar nos parecerían estatalistas furibundos.

Y una última gran diferencia, no con respecto a Escocia y Cataluña, sino a sus respectivos procesos independentistas. En el caso escocés, les saliera como les saliera, salían ganando. Si ganaba el “Sí”, conseguían su objetivo confeso, la independencia –luego ya hubiéramos visto cómo les iba-; si ganaba el “No”, como ha sido, obtenían la contrapartida de poder gestionar más recursos en favor de un mayor estado del bienestar. Porque Escocia ganaba en ambos casos, mientras que Cataluña pierde en cualquiera de ellos. Es un problema de planteamiento.


dijous, 18 de setembre del 2014

¿QUÉ FUE DEL AVIÓN?



¿Alguien se acuerda del avión comercial indonesio que fue abatido en Ucrania el pasado mes de julio? Sí, ya sé que hay otras muchas noticias en el mundo y que no se puede estar en todo. Hoy vota Escocia, el ébola sigue haciendo estragos, el Estado Islámico sigue sembrando el terror, la crisis económica se antoja más pertinaz que las sequías franquistas y el Sr. Mas insiste en que aquí también votaremos el próximo 9-N. Pero parece cuando menos sospechoso que después de toda la que se organizó sobre el origen y los autores del derribo, los creadores de opinión, que lo son también de indignación, se hayan olvidado del tema.

Desde Occidente se acusó del atentado a las milicias prorrusas ucranianas, y a Rusia de estar detrás de ellas. Un atentado que, no lo olvidemos, costó la vida a casi trescientas personas. Con todo lujo de detalles se nos explicó que así lo habían detectado los satélites de observación norteamericanos. Porque además, los nuestros, léase el gobierno ucraniano impuesto por Occidente, no podían ser.
Luego vino lo de la caja negra. Que si estaba en poder de las milicias prorrusas, que si ya la tenían los rusos, que si se había hecho desaparecer para que no ratificara lo que ya se sabía… Al final, se entregó la caja negra y se llevó a Holanda para su estudio e interpretación. En un par de semanas lo sabríamos todo y ya sin posible debate ni duda alguna. Han pasado más de dos meses, y lo único que sabemos es que se ha corrido un tupido velo sobre el tema. ¿Ya no interesa que se sepa quién fue? Y si es así ¿Por qué?

dimecres, 17 de setembre del 2014

METÁFORAS FERROVIARIAS



Desde que, allá por los inicios de los ochenta, un preclaro ministro, el gran Sancho Rof, nos ilustrara sobre el agente causante del síndrome tóxico de la colza con la impagable metáfora de “un bichito que si cae al suelo, se mata”, el uso grosero del tropo de la metáfora entre los políticos ha dado para una antología fascinante. Afortunadamente, esto ha cambiado.

En la mayoría de casos, invitaban más bien a la chanza, pero una de las más recientes, a cargo de otra «grande», me inquietó sobremanera. La profirió Alicia Sánchez Camacho, a la sazón presidenta del PP en Cataluña, cuando, en referencia al proyecto independentista del Sr. Mas, le espetó que estaba provocando un «choque de trenes».

Una metáfora trágica que me inquietó porque, pese a que uno, aun habiendo viajado mucho en tren, ha tenido hasta ahora la suerte de no verse envuelto en ningún accidente ferroviario, la imagen que evoca este tipo de siniestro es dantesca. Más,, incluso diría, que la de un accidente automovilístico, aéreo o náutico.

No sé… el siniestro automovilístico, aun siendo terriblemente trágico, puede que lo hayamos acabado viendo como un médico a sus pacientes terminales: algo terrible, pero «normal» e inevitable. Nos duele por igual, sabemos que ha muerto más gente en accidentes automovilísticos que en toda la segunda guerra mundial, que hay que combatirlo y evitarlo; pero de una forma u otra, convivimos con él. No es, desgraciadamente, algo excepcional. Un accidente ferroviario, un choque de trenes, en cambio, sí. Los noticiarios nunca empiezan con el detalle de los accidentes del último fin de semana, a menos que haya habido muchos. Si se trata de un accidente ferroviario, es la primera noticia.  

El accidente aéreo, a su vez y en lo referente a las víctimas, acostumbra a ser limpio, rápido y definitivo. Puede que unos instantes de agonía existencial y… se acabó. Otra cosa es el paisaje que deja, igualmente dantesco, pero aquello ya no es el accidente, sino su resultado, a partir del cual podemos pensar que reconstruimos lo que ocurrió, pero lo que tenemos allí delante es un epifenómeno del accidente, no el accidente. En el caso ferroviario, en cambio, estamos ante el accidente donde se produjo.

En los accidentes náuticos, naufragios, con excepciones como el del “Costa Concordia”, acostumbra por regla general a no quedar nada en el escenario. Y además, es que Doña Alicia apeló directamente al símil ferroviario. De ahí mi inquietud y desasosiego. Por lo que evoca y por lo que connota.

Pero el presidente Mas me tranquilizó ayer con su brillante contrametáfora. Que no nos preocupemos, porque no se trata de dos trenes –el español y el catalán- que circulen en dirección contraria por la misma vía. Nada de esto. El tren catalán, con sus pasajeros a bordo, va por una vía, y el español, por otra, cada cual en dirección a su correspondiente destino. Y cada día están más alejados. El choque de trenes es, pues imposible. Vean si no. Y sentí un gran alivio.

¡Menos mal! Pensé… con lo preocupado que estaba yo. Eso es una metáfora, y no la del “bichito”.


diumenge, 14 de setembre del 2014

CATALUÑA Y LOS "OTROS"



Sin que por ello piense que haya de ser forzosamente siempre así, lo cierto es que la opinión de «otros» me parece imprescindible para saber algo más de uno mismo. Lógicamente, hay que saber discriminar de qué «otros» se trata, cómo no, pero en tanto que observadores externos, como el antiguo Theorós de los griegos, pueden captar aspectos y matices que a los propios se nos escapen con mucha más frecuencia de la que estemos dispuestos a creer.

Uno puede, ciertamente, tener un alto concepto de sí mismo y estar convencido de ser sumamente inteligente, un gran contador de chistes o un irresistible seductor. Pero si la opinión generalizada es que se trata de alguien de inteligencia vulgar, si nadie ríe sus gracias, o si sus escarceos amorosos acostumbran a resolverse en otros tantos fracasos, entonces puede que se trate de alguien cuyo concepto de sí mismo está algo distorsionado.

Se podrá aducir que la estupidez que a uno le rodea impide que se aprecie su genialidad, que no se entiende su sofisticado humor o que, en el tercer caso, como la zorra y las uvas que no alcanzó, “están verdes”. Hasta podemos admitir que tales pretextos tengan una cierta base de real. Aun así, nada relevante variaría respecto a lo que nos ocupa.

Porque una cosa es lo que seamos ontológicamente, y otra, sociológicamente; y sociológicamente siempre seremos lo que nos «reconozcan» los «otros». Mientras las discrepancias entre lo que uno piensa ser y lo que los otros consideren que es, sea sobrellevable, la cosa puede funcionar. Cuando el hiato es insalvable, no.

Claro que uno mismo tampoco es completamente ajeno y algo tiene que ver en ello. Como decía Rousseau, el más fuerte nunca lo es bastante si no convierte su fuerza en derecho y la obligación de obedecerle en deber; como el más inteligente, el más gracioso o el más seductor, añadiríamos… Puede que los «otros» no nos reconozcan como nos gustaría, pero eso es lo que hay. Y lo mismo reza para los individuos que para las sociedades.
Viene esto a cuento de mi perplejidad ante la trayectoria que ha seguido Cataluña, o un sector importante de ella, a lo largo de los últimos años...

El artículo completo AQUÍ

divendres, 12 de setembre del 2014

REFLEXIONES PARA DESPUÉS DE LA "V"


 





 

 
Las correas de trasmisión constituidas desde los poderes públicos como plataformas de agitación y movilización social independentista, están dirigidas por desequilibrados mentales. Esta es la única conclusión a la que se puede llegar después de haber visto y escuchado la arenga que ayer realizó esta perfecta síntesis entre Pedro el Ermitaño, Savonarola y Torquemada, que es la presidenta de la ANC, Carme Forcadell. Dijo William Faulkner que se puede luchar contra la ignorancia, contra el fanatismo y contra la intolerancia… por separado. Si vienen a la vez y se quiere conservar la salud, lo más sensato es poner inmediatamente los pies en polvorosa. Si tenía razón, lo mejor será empezar a aplicarnos rápidamente el cuento.
Como siempre en estos casos, seguimos con la guerra de cifras respecto a la participación en la “V”. Mientras los organizadores y los poderes públicos catalanes hablan de un millón ochocientas mil personas, la delegación del gobierno lo deja en quinientas mil. Una diferencia muy sensible, sobre todo, si tenemos en cuenta que con los medios hoy en día al alcance de casi cualquiera, se trata de una operación bastante fácil. Calcúlese la superficie que abarca la concentración, dedúzcase la no ocupable y multiplíquese por el coeficiente de concentración persona/m2 –esto, con fotos aéreas es perfectamente posible-, y ya tenemos una cifra razonablemente aproximada que, hasta nos atreveremos a aventurar.
Los dos tramos de la V abarcaban una distancia de unos 11 kilómetros, desde la Plaça de les Glòries hasta las plazas Pius XII  y Cerdà, a lo largo de la Diagonal y la Gran Vía, respectivamente. El grueso de la participación se dio desde la Plaça de les Glòries hasta Francesc Macià y Plaça Espanya, unos 7 kilómetros. El ancho de ambas vías en estos tramos es de 50m. Tenemos, pues, que la superficie total –ocupable y no ocupable- es (70.000m x 50m.) de 350.000m2. Las imágenes y fotos aéreas que se han difundido -me remito a TV3- indican claramente que la concentración ocupaba, en el mejor de los casos, la mitad del ancho la vía, y eso sin contemplar los claros que se percibían entre los distintos tamos. Pero aceptemos una concentración humana, ininterrumpida y homogénea, de 25m de ancho a lo largo de 7 kilómetros, lo que arroja una superficie total de 175.000m2.
La concentración  máxima de personas por metro cuadrado se calcula entre 2 y 4. En los tramos que nos ocupan, tratándose de una concentración, no de un recorrido, y a juzgar por lo visto, estaríamos, como mucho, entre 2 y 3 personas por metro cuadrado; vamos a asumir 2.5, lo que significaría que cada persona ocupaba un  lebensrau de 0.4m2. No se puede ser más generoso. Pue bien, esto nos daría la cifra de (2.5 x 175.000) 437.500, pongamos 450.000 personas. En los 4 kilómetros restantes, la densidad era, a ojos vista, mucho menor, y el espacio de amplitud de la vía ocupado, también. Si, aun así, mantenemos la misma anchura ocupada y reducimos el coeficiente persona/m2 a 1.5, obtendríamos (1.5 x 4000 x 25) la cifra de 150.000  personas. Sumadas a las 450.000 anteriores, el total de asistentes a la “V” nunca habría superado las 600.000 personas.
En cualquier caso, el independentismo sigue teniendo tirón. Cierto que desde todos los medios se invitó, arengó y presionó para asistir, y que toda la logística de la Administración se puso al servicio de la “V” –los tiempos en que los noticiarios de TV3 eran lo más parecido en España a la BBC, quedan ya muy lejos-. Y es cierto también que, si yo fuera de los organizadores, no me sentiría nada satisfecho. Porque no sólo se puede detectar un cierto estancamiento en lo referente a conseguir la masa crítica necesaria para el proyecto -siguen estando todos los que son, y todos los que son, están- sino incluso un cierto reflujo. Seguimos en una división en dos bloques, uno independentista, activo y militante, hegemónico y con todos los medios logísticos y propagandísticos a su disposición, pero estancado, y otro bloque no independentista, mayoritario, constituido más o menos por el resto de la población, incluyendo a los cada vez menos “no sabe, no contesta” de las encuestas, que es, a su vez, disperso y heteróclito en función de su propia naturaleza y, por ello, sólo identificable como no-independentista, pero poca cosa más.
Una muestra de ello es la escasa participación de la concentración en Tarragona, auspiciada por la SCC –Societat Civil Catalana-. Aun siendo a mi juicio dicha plataforma la más seria de cuantas han aparecido –es, como mínimo, la más plural y razonable en sus planteamientos-, apenas consiguió agrupar unos pocos miles de personas: 3500 según los mossos d’esquadra, 7500 según la policía municipal. Ahora bien, si la mayoría de la población catalana no es independentista, y todo parece indicar que los independentistas van a por todas ¿cómo se puede explicar tan exiguo seguimiento?.
La respuesta a esta última pregunta es ciertamente muy compleja. Aquí me limitaré a esbozar algunos apuntes. Acogiéndose a un cierto victimismo, se acostumbra a explicar a partir del auge independentista, que sería, a su vez, la secuela de los 30 años de hegemonía nacionalista que habría estado preparando el terreno. Presión social, miedo a significarse y a verse estigmatizado, acomplejamiento, el silenciamiento y el ninguneo a que las opciones no nacional-independentistas se ven sometidas por parte de los medios, cuando no la simple descalificación de demonización por botiflers o «españolistas»…
Sin que sean por ello necesariamente falsas, me parecen insuficientes y de muy poco calado. En mi opinión, la razón profunda de tan escaso seguimiento radica en la naturaleza heteróclita de las distintas posiciones que, simplemente, coinciden en no ser independentistas –como podrán coincidir en que la raíz cuadrada de 16 es ±4-, pero en nada más. Y el sesgo que, por regla general, ha sido característico de la mayoría de estos movimientos, partidos y plataformas varias, ha condicionado su escaso eco entre la población. Algo que, a mi entender, es deudor de la secular ceguera y displicencia con que desde España se ha abordado el tema catalán.
Digámoslo claro, ser no-independentista no implica abrazar la bandera española y pasarse al otro nacionalismo. Y la retranca de la sociedad civil catalana en este sentido, con su consiguiente refractariedad a ciertos cantos patrios, puede ser tan fuerte como su no-independentismo. Y que desde demasiadas opciones se esté vendiendo un españolismo tan recalcitrante, irredento y energumenesco como el independentismo de las Sras. Forcadell o Casals, o incluso más peligroso, es algo más que una sospecha, es una certeza. Porque de enfrentamiento entre dos nacionalismos se trata. Y en estas tesituras el no nacionalista queda irremisiblemente atrapado entre los voceros de los beocios.
Si algo queda de una sociedad catalana que ha sido la más avanzada de España, es precisamente esto: la reluctancia a las arengas y una civilidad que los fanatismos y los extremismos precisan erradicar porque son el mayor obstáculo para la realización de sus designios. Si tuviéramos que juzgar por los resultados obtenidos, a tantos conspicuos tertulianos, presidentes autonómicos y otros variopintos personajes de toda laya y jaez, por sus  manifestaciones y acciones en relación al hecho catalán, diríase que están a sueldo del independentismo. O que, como se decía antes, son sus aliados objetivos.
Me pregunto cuánta gente en Cataluña no se habrá hecho nacionalista e independentista siguiendo aquella frase atribuida a Cicerón: “Prefiero equivocarme con Platón a tener razón con «esos»”. Irracional, qué duda cabe, pero es preferir Guatemala a Guatapeor, y eso es humano. Mientras no ser independentista implique tener que envolverse en la bandera rojigualda, se tratará de un problema de identidades simbolizadas. Y en esta trifulca, el no-nacionalismo tiene muy poco que decir, porque su discurso es otro. Pero este discurso, hoy, sigue sin tener voz.
Otra consecuencia que se desprende de este último 11 de septiembre, es que el Sr. Mas está pillado por los huevos. Así de claro. Decidió sembrar vientos y está recogiendo tempestades. Ha dicho en privado que la consulta no se celebrará, pero en público sigue tensando la cuerda… porque no puede hacer otra cosa. Ya no depende de él. Somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras, y su incontinencia, verbal y mental, le ha llevado hasta al cul-de-sac en que ahora se encuentra, sin aparente solución de continuidad. Que él y su equipo son una caterva de mediocres y corruptos cuya ramplonería política e intelectual azora, es algo evidente; que se han apoyado en fanáticos dementes que les han robado la cartera, también. No es mala suerte, es que son, simplemente, malos de solemnidad.
¿Y ahora qué? Esta es la gran pregunta. Mas sigue porfiando por una consulta que sabe que no podrá celebrar, porque el Estado se lo impedirá. Además, la exigencia de las masas ayer era la independencia, no el mero trámite de una consulta que dan por ganada de antemano sin tan siquiera contemplar que fuera de otro modo. Si no hay referéndum, entonces, declaración unilateral de independencia. Esta es la posición de ERC y de las plataformas que el Sr. Mas auspició para que lo enaltecieran a mayor gloria suya.
¿Elecciones anticipadas con un frente independentista que anunciara la proclamación unilateral de obtener mayoría absoluta? Es una posibilidad que dejaremos para el final. Puede que haya elecciones anticipadas, casi seguro, diría, pero dudo mucho que se produzca dicho frente o coalición, tanto por parte de CDC como de ERC. Convergencia se está hundiendo, víctima de su incompetencia y de sus corruptelas. ERC sería, casi con toda seguridad, la fuerza más votada. ¿La distribución de las listas se haría de acuerdo con la situación actual, o en base a las prospectivas electorales? ¿Sería Mas el cabeza de lista o el Sr. Junqueras?
Si CDC y ERC concurren por separado, pero con programa independentista ambos y recogiendo la promesa de declaración unilateral de independencia, dejando de lado que ello sería bastante absurdo y difícil de entender para buena parte del electorado independentista, CIU se desploma y ERC gana las elecciones, pero a mucha distancia de poder articular una mayoría absoluta para la declaración unilateral. Por otro lado, está por ver qué resultados obtendrían las otras formaciones, tanto las independentistas como las que no lo son. Puede que Duran Lleida y UDC decidan de una vez qué quieren ser cuando sean mayores, y esto podría significar un batacazo definitivo para Mas y CDC. Por su parte, entre la llamada izquierda, ICV-EUiA tiene una dirección que apuesta claramente por la independencia, pero su electorado no. Y esto puede ser especialmente significativo si contemplamos la irrupción de PODEMOS, que podría barrer literalmente del mapa a la casta de ICV. PODEMOS dice estar por la consulta, pero no por la declaración unilateral… ya veremos. Las CUP pueden verse también afectadas por el fenómeno PODEMOS. Fenómeno, por cierto, de matriz claramente española y hasta, para ser más precisos, madrileña.
El PP no parece que arranque, lo cual es muy normal y sobran razones para explicarlo que, de tan evidentes, obviaremos. C’s acaso mejore, pero no mucho según las encuestas, respecto a su situación actual. Queda el PSC-PSOE, que sigue sin vivir en sí, aunque ya no muy alta vida espere…  a poco que sea consciente de su situación. Un partido, este, especialista en desaprovechar oportunidades históricas. Con la deriva independentista de Mas, y de haber tenido un mínimo de talento político, hubiera podido recuperar posiciones y hasta constituirse en alternativa a los despropósitos independentistas, pero sigue incapaz de articular un discurso mínimamente coherente y, a la vez, sugerente. En cualquier caso, no parece que en este escenario se diera una mayoría suficiente para proclamar unilateralmente la independencia. Y si se convocan elecciones en estas circunstancias, CDC sabe que se verá arrojada al Hades… y desposeída de sus sillones oficiales. Tema, por cierto, nada baladí.
Puede que ante expectativas tan poco halagüeñas, el Sr. Mas opte por prolongar su agonía y la de su partido, con el apoyo puntual, acaso del PSC –ya se lo ha ofrecido- o incluso del PP, que no se ha mostrado renuente a ello. Eso sí, con la condición de que abandonara sus veleidades independentistas. Difícil, pero no impensable. Una variante de este mismo escenario sería que se facilitara con la substitución del Sr. Mas y su equipo, que se irían a su casa, por dirigentes más moderados y no contaminados por el fiasco del referéndum. ERC y la mayor parte de los asistentes a la concentración de ayer, montarían en cólera y se echarían al monte, con lo cual se consumaría su viaje sin retorno hacia la batasunización. La trama de complicidades urdida por el nacionalismo hace que cualquiera de estos dos escenarios se me antoje muy difícil, pero no imposible. Algo menos si se pudiera presentar algún activo, aun testimonial, ante la población más moderada, lo cual requeriría de la complicidad del gobierno español.
Si por el contrario, y aunque no esté nada claro que CDC+ERC –“Mas & Junqueras”- sumaran linealmente sus votos en el caso de ir en coalición como frente independentista, sí existe la posibilidad de que, con un 35% de votos o poco más, y debido a la dispersión del voto en las otras formaciones, pudieran alcanzar una mayoría absoluta que les permitiera la declaración unilateral de independencia. De ser así, el conflicto estaría servido. Y  las consecuencias que acarrearía, totalmente imprevisibles.
 

 

dijous, 11 de setembre del 2014

11 DE SETEMBRE DE 2014

 
 
CUANDO LA FIESTA NACIONAL,
YO ME QUEDO EN LA CAMA IGUAL,
QUE LA MÚSICA MILITAR,
NUNCA ME SUPO LEVANTAR
 
(Traducción mejorada, a cargo de Paco Ibáñez, de "La mauvaise reputation", de Georges Brassens)
 
 
 
Puestos a decidir qué podría levantarme de la cama, sólo la Libertad guiando al pueblo.
 


dijous, 4 de setembre del 2014

EL ÚLTIMO APUÑALAMIENTO DEL GENERAL PRIM


 
 
Las recientes «revelaciones» sobre las causas de la muerte del general Prim, a partir de las autopsias que se han practicado sobre su cadáver, en lugar de contribuir a un mayor esclarecimiento de tan brumoso magnicidio, han tenido precisamente un efecto contrario: oscurecerlo aún más.

Hasta hace muy poco, los enigmas sobre la muerte de Prim se habían centrado en las autorías intelectuales y materiales que, respectivamente, urdieron y llevaron a cabo el atentado que acabó con su vida. Como Julio César, muchos siglos antes, o como Kennedy, casi un siglo después, nadie en su sano juicio dudó, desde un primer momento,  que se trataba de un poderoso complot en el cual, como dijo en su momento Valle-Inclán, más bien parecía que algunas pistas estuvieran allí con la intención de desviar y confundir a los investigadores. Pero nadie hasta ahora había puesto en duda el relato de los tres días que van del 27 de diciembre de 1870, en que sufrió el atentando, a las 19:30h en la calle del Turco, hasta la noche del 30, en que murió. Ahora, en cambio, sí.

Según la versión oficial, Prim llegó a su casa herido de gravedad, pero no mortalmente, en el hombro izquierdo y en la mano, y subió las escaleras por su propio pie. Al tercer día, la infección de las heridas produjo los accesos febriles como consecuencia de los cuales murió.  Se ha hablado de una posible mala praxis médica, que no habría sabido evitar la septicemia. Cuando, ante el evidente deterioro del enfermo, el secretario de Prim llamó al prestigioso Dr. Sánchez Toca, su diagnóstico fue lapidario: “Me trae usted a ver un cadáver”. Eran las 16:30h del 30 de diciembre. Pocas horas después, Prim fallecía.
Esta versión ha sido cuestionada por algunos de los que  han participado en las autopsias. Dichas nuevas versiones son, básicamente, tres.
 
(Publicado en Catalunyavanguardista) EL RESTO DEL ARTÍCULO AQUÍ

dimarts, 2 de setembre del 2014

LA PARADOJA DEL REFERÉNDUM


Dicen los independentistas que la ley de consultas que están preparando es constitucional, y que la constitución española permite este tipo de plebiscitos. Al menos así lo afirman sus líderes y los expertos a los que han encargado la elaboración de dicha ley. También lo han ratificado las instancias consultivas requeridas al caso por la Generalitat.
 
Si esto es así, entonces es que tenemos la constitución más avanzada, tolerante y abierta del mundo, y me pregunto cómo alguien iba a pretender largarse de semejante paraíso político. Por ejemplo: ¿Permitirá la futura constitución catalana, que otros expertos están ya elaborando, la secesión de algunos de sus territorios? ¿Será, en este sentido, tan avanzada como la española? Porque si al final fuéramos a votar para decidir ir a peor... no sé, no le veo demasiado sentido.
 
A ver, a ver...