La digestión que se está
haciendo del referéndum escocés en este nuestro ruedo ibérico es la que era de
esperar: grotesca sin más. Hasta podría resultar entrañablemente graciosa de no
ser por el hecho de llevar incorporada una característica propia de estos
pagos: nadie, a ambos lados del Ebro, parece haberse enterado de nada, sin que
ello sea óbice como para que cada cual crea estar arrimando el agua a su molino.
Y no es un tema como para reírse.
Como viene siendo habitual,
uno nunca tiene la culpa de nada, y a la hora de compararse con los británicos,
el otro es siempre el malo y el que lo estropea todo. Véase si no a Mariano
presentándose como el Cameron español cuya desgracia es que Mas no sea Salmond.
Mas, a su vez, equiparándose a Salmond, se lamenta de no tener en frente a un
Cameron con el que tratar. En realidad, el problema son ambos, Mariano y Mas... y
lo que representan.
Cameron recogió el envite de
Salmond y aceptó la convocatoria de referéndum, poniendo él mismo parte de las
condiciones para su celebración, entre otras, la pregunta. Mariano ni ha
querido oír hablar del tema, escudándose en el marco legal y aduciendo que la
ley británica lo permite, mientras que la española no, sin preguntarse por qué
la española no lo permite y sin moverse un centímetro de sus posiciones
Por su parte, cuando Cameron aparentó
darse cuenta de que tal vez se impusiera el "SÍ", reaccionó como un
político con reflejos y contemporizó asegurando, junto a los líderes de los
otros tres grandes partidos británicos -los labour
y los libdem- la devolution a Escocia de importantes competencias si decidía
seguir en el Reino Unido. Valga decir, por cierto, que las competencias de
Escocia, por más Bank of Scotland y libra escocesa que puedan
lucir, son muy inferiores a las de cualquier autonomía española. Escocia votó
seguir en el Reino Unido y ahora empezarán las negociaciones para la devolution. Mariano, ante cada vez más
movilizaciones, cuya magnitud debería inquietarle, porque es evidente que se trata
de un problema político grave, se remite una y otra vez a lo mismo... La culpa,
cómo no, es del otro.
Por más que algunos retrógrados
timoratos, incluida Frau Merkel, le
hayan criticado por aventurero y temerario, lo cierto es que Cameron ha
demostrado tener un talento político que ya quisiera para sí Mariano, y una
cintura de la que nunca podrá presumir Frau
Merkel. Además, a la Gran Bretaña nadie la ha de decir lo que ha de hacer o
dejar de hacer... faltaría.
Mariano, por su parte, se ha
limitado a ampararse en la ley para justificar su negativa. Un argumento que,
por cierto, sólo un leguleyo ingenuo, interesado o tonto de remate, puede seguir
sosteniendo seriamente. Porque una cosa es un problema político y otra una
cuestión jurídica. Y si el ordenamiento jurídico no puede dar cuenta del
problema político, se cambia y punto. El Sabbath para el hombre, no el hombre
para el Sabbath, reza el Evangelio; lo mismo podríamos decir del marco
jurídico. Pero Mariano no se ha mostrado dispuesto siquiera a proponer los
oportunos cambios en el ordenamiento jurídico español que permitieran poder
hablar del tema, ni aunque fuera ad
calendas graecas. Y Mariano tiene ahora un problema que, ojalá me
equivoque, lleva camino de enquistarse con todo lo de indeseable que ello
conlleva. Cameron ya lo ha resuelto para una buena temporada.
Porque Mariano podrá impedir
el referéndum, sin duda alguna, pero no que ERC sea el partido más votado en
las próximas elecciones catalanas. Y eso no es sino agravar el problema.
Porque las alusiones al
artículo 155 de la Constitución son, o un brindis al Sol de la misma enjundia
que el referéndum de Mas, o el inicio de una incierta singladura sin puerto de destino
claro y sujeta a imprevisibles avatares que acaso acabaren provocando lo que
pretendían evitar. Porque puede que lo de Mas sea un brindis al Sol, pero no lo
son las amenazas de ERC de declarar unilateralmente la independencia a la que puedan
articular una mínima mayoría en el Parlamento catalán. Si, llegado el caso, se
interviene o suprime la autonomía catalana, siquiera temporalmente, y considerando
la inevitabilidad inherente a las formas de llevarlo a cabo, estaríamos ante un
escenario que, en un par de años, llevaría a Cataluña hacia la independencia.
Entonces sí que sería irreversible, y todo por estupidez política.
Vamos, que la comparación
entre Cameron y Mariano no se sostiene por ningún lado. El primero actuó ante
un problema, afrontándolo con inteligencia política; el segundo, en cambio,
actúa no actuando. Pero tampoco es que tal constatación implique que la razón esté del lado de Mas, nada de eso. Porque si Mariano no es
Cameron, tampoco Mas es Salmond, por más que guste de compararse con él para
poder lamentarse de no tener enfrente a alguien tan tolerante y contemporizador
como Cameron. Y aunque, ya puestos en ello, también podría preguntársele a
Cameron por qué no convoca un referéndum en el Ulster, aceptemos la mayor: el
problema es Mariano, o sea, España, porque si Mas es Salmond y Mariano no es
Cameron, la cosa está clara...
…O puede que no tanto.
Porque a la hora de comparar a Mas con Salmond, como hemos hecho con Mariano
y Cameron, aparecen también diferencias, de talento y de talante, más
que significativas a favor del segundo. Para empezar, Salmond se presentó a las
elecciones con un programa electoral muy claro, anunciando que optaría por la
independencia, cosa que nunca ha hecho todavía el Sr. Mas.
Pero es que, además, Salmond
lanzó su órdago refrendario después de ganar unas elecciones con este objetivo
proclamado, y tras haberlo pactado con Cameron, mientras que el Sr. Mas lo hizo
después de perder una docena de diputados en unas elecciones que había adelantado
para obtener una "mayoría excepcional" que le legitimara para hacer
lo que, de todos modos, hizo, y sin presentarse como explícitamente
independentista.
Tampoco Salmond les propuso
ninguna hoja de ruta truculenta y confusa a los escoceses, sino una consulta
previamente pactada con el gobierno británico, donde la única incertidumbre era
el resultado del referéndum, mientras que Mas ha lanzado una propuesta que no
está en condiciones de cumplir ni en su primera fase: la celebración de dicha
consulta.
Y finalmente, porque
Salmond, después del "NO" escocés a la independencia, ha reconocido
el resultado y, de acuerdo con una respetable tradición de dignidad política,
ha anunciado su dimisión, cosa que no sólo Mas no hizo después de su penúltimo
batacazo, sino que ahora, tras el fiasco del referéndum, intentará salvar los muebles
nuevamente, ya sea concurriendo con ERC a unas nuevas elecciones avanzadas o, ante la eventualidad de ruptura con una ERC
que se echara al monte, aguantar los dos años que le quedan con los votos del
PSC o del PP, y a ver si las cosas cambian mientras tanto, si la gente se
olvida de las corrupciones de los Pujol, si ERC se desacredita y entra en
alguna de sus crisis cíclicas o si, en fin, se le aparece la Virgen y lo
ilumina... No, tampoco se puede comparar a Salmond con Mas. Y es que unos, Cameron y Salmond, son
británicos; los otros, Mariano y Mas, hispanos. Y todavía hay clases. Aquí, todos siguen,
seguimos, en el ruedo ibérico. Lo demás, excusas de mal pagador y, lo peor, ni siquiera sana envidia.
Impagable, querido Xavier, la metáfora alusiva a la cintura, o más bien la falta de la misma, de la Frau... Yo diría que más que escocés, es humor británico.
ResponEliminaMuchas gracias, y muy especialmente, por venir de quien viene.
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