Es realmente curiosa la
contumacia de ciertos regímenes en buscar su propia ruina por el método de ser
cada vez más manifiestamente inseguros, mostrando sus miedos, sus debilidades,
sus veleidades y sus proclividades. Un ejemplo es la "Ley “Mordaza” que entra en vigor el próximo
miércoles. Innovadora donde las haya. Eso sí es innovar y no los pedagogos
esos que se repiten más que el ajo. Veamos.
1.-
SE PROHÍBE MANIFESTARSE JUNTO AL CONGRESO Y AL SENADO:
Muy bien. Así, lejos del
mundanal ruido, sus “seños” podrán solazarse como aquel príncipe cuyo gran
visir le hacía acampar siempre cerca de una maravillosa ciudad que, infaliblemente,
estaba también siempre algo lejos. Eran puros decorados. Sólo que en este caso,
la construcción de la ciudad de cartón piedra corre a cargo del mismo que se
regodeará en su contemplación. ¿Podría llamársele a esto hacerse uno mismo
trampas en el solitario?
Hay que reconocer una cosa.
Desde el SPA de tan útil y digna institución como el Senado español, debe
resultar muy molesto oír los gritos de la chusma cabreada. Igual hasta rompe
alguna interesante conversación “púnica”. Puestos a decidir, me quedo con María
Antonieta, cuyo rasgo de genialidad cínica y/o ingenua es digno de encomio
frente a la chusca desvergüenza de estos gañanes. Cuando el pueblo se acercó
gritando “Pan, pan”, le preguntó a un ministro por qué pedían pan pudiendo
pedir croissants.
2.-
SE PROHÍBE FOTOGRAFIAR A POLICÍAS:
O lo que es lo mismo, se mata
al mensajero. Si no hay pruebas, no hay caso. Además, permitirá cualquier
versión oficial. Y nunca más se repetirán casos como el de los Mossos de Esquadra pateando chulescamente cuanto
piso del barrio chino de Barcelona estuviera a su alcance, requisando y destrozando móviles, cámaras
y todo lo que se meneara, para que no quedara ninguna prueba documental de cómo
tan gallardos y bizarros defensores del orden escabechinaban a un tipo, ensañándose con él hasta la muerte, en plena calle y en la
más pura línea de un linchamiento llevado a cabo por vaqueros borrachos en una
película del oeste americano. Vamos, que ni el árbol del ahorcado con Gary Cooper
de víctima propiciatoria, pero llevado a cabo por agentes uniformados, agentes
de la ley. Chupa del frasco Carrasco.
Está claro que hechos así, y
tantos otros, no pueden repetirse. Impidamos, pues, que nadie pueda saberlo ni
denunciarlo. Que no se atreva ni a contarlo.
3.-
PROHIBIDO PARAR UN DESHAUCIO:
Pues claro que sí, faltaría
más. Empezando por las alcaldesas de Madrid y Barcelona, que ni se les ocurra.
La subversión se está infiltrando en el sistema y hay que atajarla de cuajo. Con lo bien que estaban los de siempre con sus siestas de tarjeta black, cuyas previas extracciones en cajeros automáticos eran el preludio a la siesta de tan distinguidos y honorables faunos; con el debido interludio, claro, que para esto era el metálico -Habían aprendido la lección del garrulo de Amedo-. Porque si alguien piensa que vas a sacar 1000 euros en el cajero para pagar dos horas de suite en hotel de lujo para echar una siestecilla que, además, pagaban con la misma tarjeta, entonces es que es un zote sin redención posible.
Lo que no han de quedar es pruebas. Y para eso nada mejor que la ley las prohíba. Así dejan de ser
pruebas. Y luego, como alguien lo ha de pagar, pues que lo paguen los deshauciados. Total, si no los deshaucian hoy, será mañana. Siempre hay un mañana, como el del pobre Plácido de Berlanga. Si Dios no los hubiera querido deshauciados, los hubiera creado ricos ¿O no?. Derecho natural puro, se le llama a esto; que no estado de derecho... Eso sí, no confundamos.
A este paso, la policía
quedará equiparada a los celebérrimos «ratones coloraos», tan listos que nunca
nadie les ha visto de tan bien que saben esconderse. Algo más en basto, como
corresponde, pero como los «ratones coloraos» al fin y al cabo. Y pelillos a la
mar, que para ver a policías zurrando la badana y dándole a uno las del pulpo,
ya está la policía de Los Ángeles, cuyas escabrosas proezas nuestros intrépidos
reporteros locales difunden después de haber descargado de internet o de
agencias de noticias americanas, y con el visto bueno de los jefes, claro. O las películas de sheriffs gordos sureños que
en horas libres se ponen capirotes a lo Semana Santa de por aquí.
Aquí estas cosas no pasan. Y
si pasan, pues eso. ¡País!
4.-
PROHIBIDO PROTESTAR EN LAS ALTURAS:
Genial prohibición. Ya está
bien de abusar de la buena fe de nuestros gobernantes y de su humanitario y benévolo talante, y colgarse de las torres de la Sagrada Familia o, sacrilegio si cabe aun peor, de las de
Bankia, para protestar contra cualquier futesa ¿Pero qué se han creído? ¿Y luego quién los saca de ahí? Nada, nada… es por su bien, no fueran a caerse y se partan la crisma. Además, si ya no se pueden hacer fotos, se neutralizan los infundios tan al uso como que se les dio un empujoncito, cuando en realidad se tiraron al vacío.
¡Qué gentuza! Menos mal que nuestros gobernantes velan por su seguridad, y de paso por nuestra salud moral. Porque si no se pone coto a esto, luego resulta que el pueblo, de tan buen e ingenuo natural como es, se resiste a creer que un activista se haya tirado de lo alto de Bankia simplemente para joder al policía que iba a rescatarle. Como en la muerte accidental del anarquista de Darío Fo ¿la recuerdan?
5.-
PROHIBIDA LA RESISTENCIA PACÍFICA Y LAS SENTADAS:
Imprescindible medida para
toda sociedad mínimamente sana. Prohibida la resistencia violenta, sólo quedaba
prohibir la pacífica. Chitón y a callar. Mando y ordeno y que se haga pronto. Sólo me pregunto por qué el
matiz de «pacífica». Al fin y al cabo, si nadie podrá ver como se ejerce la violencia
¿Qué más da entonces que la resistencia sea violenta o pacífica?
Y por lo que refiere a las
sentadas ¡todos en pie! Que mejor morir de pie que vivir de rodillas. Nos están
invitando a ello.
Las penas para los transgresores oscilarán, cárcel aparte, entre 100 y 600.000
euros. Vamos, que sólo lo podrán pagar los de Bankia y demás golfantes de su misma calaña. Pero
curiosamente, ni de ellos, ni de los Pujol, ni de los Ratos (plural de rata
macho, claro) no se habla. Otro día será ¿Pero cuándo? ¿Nos están invitando a precipitarlo?
Decía el poeta:
Yugos os quieren poner,
gentes de la yerba mala,
yugos que habréis de dejar,
rotos sobre sus espaldas.
(Miguel Hernández, Vientos del Pueblo)
Espero que citar a Hernández no se considere incitación a la rebelión. No he leído toda la ley y esto podría ser un error fatal. No, de momento no creo. Ni les hace falta proscribirlo, apenas nadie se acuerda de él, ni de su poesía. Así nos va. Y ya puestos con Hernández: "¿De dónde saldrá el martillo, verdugo de esta cadena?"