Tratándose de un docente de
profesión -maestro primero, profesor de instituto después- y quedando fuera de toda
duda su ideología, no puede uno sino destacar algunos de los párrafos que Julio
Anguita vierte sobre la LOGSE y la degradación del sistema educativo, aportando
unas opiniones que a un servidor le valieron en su tiempo, y aún hoy, ser
tachado de cavernícola troglodita y fascista reaccionario, por parte de ilustres
colegas del mester de progresía, oficial y oficioso, homologado y freelancer. A destacar sus comentarios
sobre la izquierda «logsera», es decir, casi toda. Se trata del libro sobre el que traté en mi anterior post: «Atraco a
la memoria», un título que en determinados momento de su lectura, le evoca a
uno aquel otro título, «El Asalto a la Razón», de G. Lukács. Vean, vean…
Juan Andrade: Tus años como
maestro fueron años muy interesantes de renovación pedagógica.
Julio Anguita: Sí, en cierta forma, la renovación empezó
en la época de José Luis Villar Palasí (…) Recuerdo que éramos maestros jóvenes
y que después de clase nos juntábamos para ver qué nuevos métodos podíamos
utilizar. Estábamos entusiasmados en eso. Creíamos, y sigo creyendo, que se
notó. Hay un paréntesis ahí en el que la escuela mejoró. Pero después, es
curioso, en la predemocracia, la democracia y la postdemocracia el nivel bajó.
Y bajó porque hubo una parte de la izquierda que en nombre de la izquierda (…)
arrambló con todo. Arrambló con el método de estudio, con el sentido del rigor,
con el valor del esfuerzo, con la importancia de la memoria. Oiga usted, la
memoria hay que cultivarla. Lo malo de la memoria es que se degrade en memorieta,
en aprendizaje sin comprensión.
Juan Andrade: La LOGSE fue, en
cierta medida, la objetivación legal de este pensamiento educativo blando.
Julio Anguita: Totalmente. Y además, todo planteado de
manera muy bonita, por una parte, y por otra desde la justificación de que era
lo que el mercado quería. Fue un crimen. Y claro, se ha notado. Se ha notado
terriblemente, porque vemos ahora que los estudiantes se cansan (…) ¿Por qué?
Porque el aprendizaje es un esfuerzo (…) Pero frente a eso plantear «no, no, es
que el niño no tiene que experimentar ningún problema». Eso es simplemente
educar a la gente fuera de la realidad. Pero claro, para insertarla luego en la
realidad suya, que es mucho más dura. De modo que estos planteamientos generan
gente dócil que si ya no puedo llevar de la mano de la dictadura la llevo ahora
de la mano del consumismo.
El
problema es que una parte de la izquierda no lo vea, porque desde la izquierda
siempre se ha combatido con la inteligencia y con el saber, y los dirigentes
obreros siempre han reclamado que hay que saber. Hasta que también esto afectó
a una izquierda que decía «no, no, esto no es importante. ¿Tú sabes para qué
están en política los picos de oro? Aquí lo que falta es ser trabajadores». Sí,
trabajadores, pero ¿con qué proyecto? (…) Aquellos planteamientos fueron una
vulgarización de los verdaderos proyectos de renovación pedagógica y fue, yo
creo, que un sabotaje contra la izquierda, perpetrado además por parte de la
sedicente izquierda.
Juan Andrade: (…) Porque la
compleja problemática se redujo a la tramposa disyuntiva entre una cultura
educativa supuestamente progresista, de pensamiento blando y muy funcional
luego para la inserción de alumnos mal cualificados en un mercado de trabajo
precario, por una parte, y, por otra, una cultura educativa conservadora y de
derechas, rancia de contenidos y autoritaria en las formas (…)
Julio Anguita: (…) Pero había que haber previsto que
llegaría un momento, otra situación en donde elementos que se suponía eran de
la derecha eran aportaciones universales. Porque la derecha sí supo
aprovecharlos. Te pongo un ejemplo. En Córdoba en el mundo del magisterio había
una señora inspectora de la que decían muchos maestros que era la bondad
personificada. Todo el mundo decía que era muy buena. Cuando llegaba a una
escuela pública y alguna maestra le planteaba alguna dificultad, le decía a la
maestra: «Ay niña, no hace falta que vengas a clase hoy. Que se encargue una
alumna de la clase. Tú no te preocupes». Sin embargo, la inspectora, que pertenecía
a un instituto religioso, era rígida e inflexible con las maestras de su orden.
Tras la aparente bondad se ocultaba un desprecio por la enseñanza pública. La enseñanza
pivota sobre dos basamentos: ciencia y valores.
Juan Andrade: Sí, pero a veces
parece que algunos quieren que en la educción pública se aprendan sólo valores
para formar a una cándida y descualificada mano de obra barata, y que mientras,
en la privada, sólo unos pocos aprendan ciencia.
Julio Anguita: Y se pueden aprender las dos cosas,
porque en los textos de los maestros de la República se aprendían las dos
cosas: ciencia y valores. Sí señor. No es un dilema.
Pues eso, sólo como
muestra. Que no toda la izquierda fue logsera, aunque sí casi toda: la izquierda orate y la pseudoizquierda, mayoría absoluta.
Se nos saltan los lacrimales. Tomo prestada una frase de d. Julio.
ResponEliminaPues sí.
EliminaPues sí.
EliminaFui votante de Izquierda Unida y después de leer esto casi me entran ganas de volver a serlo. Lástima que ya apenas se oigan estas cosas entre la gente de izquierdas. Me gustaría mucho volver al redil. Y probablemente lo haría, si no fuera porque lo primero que hago al hincarle el diente a un programa electoral es mirar lo que nos cuenta sobre educación.
ResponEliminaA mí me pasa lo mismo. En realidad, atendiendo al programa educativo, no se puede votar a NAIDE.
EliminaA mí me pasa lo mismo. En realidad, atendiendo al programa educativo, no se puede votar a NAIDE.
EliminaEse es el drama: que no haya "naide" que defienda ya eso ni a diestra ni a siniestra. Apunto el libro. Gracias.
EliminaEn honor a la verdad, habría que decir que UPyD tuvo un programa educativo digno en su momento. Y aún hoy, es el único partido que se atreve a decir la palabra "meritocracia". No es mucho, pero algo es. Y justo es reconocerlo.
EliminaEl pretendido progresismo educativo en estado puro. Eso es lo que describe Anguita. Y sus consecuencias ya las padecemos.
ResponEliminaMientras los hijos de la mayoría no tienen otra que acudir a centros públicos en los que todo va a depender de la suerte que les toque y, desgraciadamente, poco les suele tocar, los hijos de gentes de posibles pueden acudir a centros privados más eficientes.
El resultado está ahí.Los ricos salen con ventaja de partida.Y a fe mía que la aprovechan.
¿Es esto progresismo?.
Enrique Alvarez