Tal vez hubo pedagogos en un
tiempo, pero lo que hay actualmente son pedagócratas. Y si hubo pedagogía, hoy
lo que hay es pedagocracia. Si se pasó de una a otra y cómo, o si toda
pedagogía aspira a ser pedagocracia, es algo que dejaremos para otro momento.
Lo cierto es que hoy tenemos pedagocracia, y que incluso los miembros más de
medio pelo de la Orden actúan como tales dentro de sus dominios. Es lo que lleva
haber ungido a un gremio con Auctoritas
por parte del poder. La pedagocracia es hegemónica y marca tendencia.
Se puede constatar en muchos
ámbitos, uno de ellos es la proscripción de todo debate que no se ajuste al
pensamiento único pedagocrático. Un efecto de esto –de su condición hegemónica-
es la asimetría de los juicios y las valoraciones que estos merecen en materia
educativa, según de dónde provengan. Sospecha uno que mucha gente quiere oír
sólo lo que le gusta oír. Y tal vez allí esté la clave. Si, además, esto marca
tendencia, y hay pábulo, los aduladores acaban consolidando su autoridad y
notoriedad.
Aunque por parte del receptor –la
sociedad- también esta actitud de adherirse sólo a lo que nos halaga los oídos
porque nos exculpa, podría ser una forma de desresposabilizarse uno de su vida
y decisiones. Según esto, si soy un cenutrio que no ha despertado al Einstein
que llevo dentro, preferiré escuchar que es porque los profesores que tuve no
me motivaron debidamente, en lugar de afrontar la más que probable realidad de
que no sea sino un cenutrio. Pero esto tiene también su correlato paradójico en
forma de resentimiento. Porque si de lo que se trataba es de que fuera un
cenutrio feliz ¿quién me metió en la cabeza que llevo a un Einstein dentro?
¿Alguien tendrá la culpa, no?
Cuando un pedagogo –o, por
ende, un ministro, un padre/madre de alumno, un periodista, un experto en
coaching…- afirma que los docentes no están preparados para la realización de
su cometido, es un juicio profesional de experto. Si, por el contrario, alguien
replica que quien no lo está es el pedagogo, y que su presunto saber es un
fraude intelectual y una estafa social, le está faltando al respeto a tan
ilustre prócer y es además un mal educado. Y así es como se percibe hoy
socialmente. De entrada se replica al disidente con el fingimiento condescendientemente comprensivo,
propio del trato con seres inferiores. Cuando empieza a vislumbrar que puede
quedar como el orate que es, entonces aparece Torquemada en forma de
pedagócrata. Éste es el método.
Estamos acostumbrados a
escuchar y leer afirmaciones así en la prensa y los medios en general.
Cualquier «innovador», provenga del campo que provenga, con una receta educativa
que vender que se ajuste a las premisas pedagocráticas, empieza siempre con la
poca preparación profesional de los docentes y que han de cambiar de «chip». Hace
unos días, para mi sorpresa y vergüenza (ajena), incluso una dirigente sindical
afirmó sin rubor en un debate televisivo en el que también yo participaba, que
los profesores no estábamos preparados… Claro que responsabilizaba de esto a la
Administración porque no pone suficientes pedagogos a nuestra disposición para
que nos preparen. ¡Válgame Dios! ¡Un pedagogo por profesor! Como Kant le recriminaba
a Fichte: si hace falta un policía por cada ciudadano ¿quién vigila al
policía?. Cierto que tal paradoja la pedagocracia va camino de solucionarla,
subtituyendo a los profesores por pedabobos. Y de momento con éxito.
Cuál deba ser este nuevo chip
dependerá de la receta del experto de turno, pero siempre empieza por la
deficiente preparación de los docentes para acoger la buena nueva. Porque
siguen como si nada, explicando Matemáticas, Lengua, Historia, Filosofía,
Física… Materias todas ellas, como es bien sabido, obsoletas y que carecen de
interés para el alumnado de hoy en día, más inclinado hacia cuestiones de mayor
trascendencia y utilidad.
Y otro lugar común: no se
trata tanto de hacer atractiva la Física, como de «tratar», que no explicar, lo
que les interese a los alumnos. Incluso, y sobre todo, al precio de reducir la
Física al nivel del Paleolítico. Porque, como es sabido, la información ya está
en internet, luego ¿para qué transmitirla tan anacrónicamente? Y como el
conocimiento no se transmite, sino que se construye, cada cual el suyo, pues
eso y cada cual a lo suyo. Por esto los profesores no están al día; se empeñan
en seguir explicando cosas que no interesan a nadie y eludiendo las que sí
motivan y despiertan interés, porque no saben de ellas, y encima hasta a veces
suspenden(!), sin enterarse de por dónde van los tiros: apuntan hacia ellos.
[To be continued]
Fes una ullada:
ResponEliminahttps://www.facebook.com/photo.php?fbid=10204527827667424&set=a.1480409061936.2059397.1585093630&type=1&theater
No es pot obrir, Gregorio.
EliminaEso de que no estamos preparados está tan extendido que lo dicen tanto los charlatanes como los que oficialmente no lo son, como el ex-filósofo y ahora empresario José Antonio Marina. Claro que debe tratarse, como habrás leído en El café de Ocata, de la Nueva Lógica, esa en la que no hay forma de que entremos. Y eso que hace unos meses, en aquella entrada que titulaste "Yo confieso", parecías haber visto la luz tras aquel debate y haber encontrado la salvación. Pero, quia, la cabra tira al monte, Xavier. Te sigo viendo condenado.
ResponElimina