El mas que hoy nos ocupa está muy cerca de la costa, apenas a quinientos metros. Y tiene torreón, también de planta circular. Se encuentra situado en un claro del "Bosc de la Marquesa", un espacio que merece una entrega monográfica, y la tendrá. Por ahora diremos simplemente que se trata de un espacio boscoso, básicamente de pinares, de dos kilómetros de largo por unos seiscientos metros de ancho, en su tramo más amplio. Limita por el este con la playa de la Móra, y por el oeste con la Larga. Al sur, con el mar, y al norte, con la vía férrea y la Vía Augusta -antigua carretera nacional 340, hoy desplazada más al norte.
Cuando el bosque empieza a clarear por el norte, aparece este mas con torreón, más o menos equidistante entre la Móra. Desde allí hasta el ferrocarril, unos cuatrocientos metros más de bosque claro, muy distinto al estrictamente costero: algarrobos, algunos olivos y arbustos típicamente mediterráneos de variadas dimensiones, en un terreno más bien pedregoso.
La construcción es de piedra y fango y está en estado ruinoso. Su cercanía a zonas habitadas y turísticas lo convierte en objeto de frecuentes incursiones para cumplimiento de las más variadas finalidades, a juzgar por los restos que se encuentran. La cantidad de inscripciones que se pueden observar en el muro de la foto superior, nos dan una idea del nivel de imbecilidad de tanto memo como hay. Claro que tampoco hemos de olvidar que el primer gamberro que inauguró tan vandálica tradición fue Lord Byron, en el templo griego de Cabo Sunión. La presencia en los alrededores de envoltorios arrojados al lado de los preservativos que contenían antes de ser extraídos para su uso, nos indican claramente que sus usuarios los abandonaron en el mismo lugar de autos. También debe haber alguna que otra jeringuilla, aunque no di con ninguna.
Al torreón se puede acceder, no sin cierto riesgo. Por lo demás, no es que la construcción tenga ninguna particularidad. Debió depender de una propiedad mayor -Mas Rabassa, probablemente, que sigue en funcionamiento- y tal vez, a la vista de la disposición de su interior, o lo que queda de él, podría haber servido en algún momento como acuartelamiento menor, de los que no eran raros en otros tiempos, cercanos a la costa. Aunque lo dudo, porque el bosque le quita toda posible visibilidad -excepto, quizás, en lo alto del torreón, y la torre de vigilancia costera por excelencia en la zona es la torre de la Möra, que estuvo en uso hasta hace algunas décadas para vigilar en contrabando. En fin, es sólo una especulación.
La antigua puerta de acceso al patio interior está camuflada por la vegetación y es apenas visible; se puede entrever en la foto superior izquierda. La construcción limita con el bosque de pinares por su lado sur, que se extiende unos quinientos metros hasta costa; por su lado norte, como ya dijimos limita a unos cuatrocientos metros con la línea del ferrocarril, barrera insalvable porque el tendido de las vía se encuentra a unos quince metros de desnivel artificial, prácticamente a lo largo de todo el tramo. Hasta no hace muchos años, se podía acceder desde la carretera a través de un puente del siglo XIX, que fue derruido cuando se "mejoró" la línea ferroviaria para adaptarla a los trenes Euromed, que, se suponía, circularían a mayores velocidades.
En las dos fotografías superiores se puede ver, a la derecha, lo que queda del viejo puente. Hoy sólo se puede acceder desde La Móra o desde la Larga. A la derecha, el camino que llevaba al puente, ya en los claros del bosque, al norte del mas.
Claro que, bien mirado, uno no acaba de entender el derribo del puente por razones de velocidad de los convoyes Euromed, sobre todo si tenemos en cuenta que la duración del trayecto Barcelona-Tarragona en un Regional-exprés normal es de una hora y diez minutos, mientras que la del Euromed, para el mismo recorrido, emplea una hora y media, como los borregueros de antaño. En fin, ya se sabe, cosas del progreso.
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