dijous, 9 d’abril del 2015

TODOS EXPERTOS: HEUROPEISANDO KÉS JERUNDYO



No recuerdo quién fue el lúcido exiliado que, cuando le ofrecieron desde el régimen franquista regresar de rositas a España, declinó educadamente la oferta porque, según él, no cabía un tonto más. Algo parecido debió sentir unos cuantos decenios antes el primer presidente de nuestra I República, Estanislao Figueras, cuando después de anunciar ante las Cortes su dimisión proclamó “Señores, estoy hasta los cojones de todos nosotros”.

Y algo así siente uno cuando lee noticias como ésta. Entiéndaseme, no es que por definición piense que no haya que mejorar nuestro régimen horario, dicho así y sin más. El problema viene cuando una propuesta, en principio tan abordable como cualquier otra, va acompañada de argumentaciones tan groseras que, en lugar de legitimarla, la descalifican; si no a la propuesta en sí, sí a quienes la promueven, lo cual dado el caso que nos ocupa, casi es lo mismo.

Leo con estupor la propuesta -¿debería decir exigencia?- de una «ley de horarios» que una supuesta plataforma de la sociedad civil catalana, denominada «Iniciativa per a la reforma horària» promueve con el noble objetivo de europeizar y racionalizar los horarios en Cataluña. Algo que, de acuerdo con el balance que presentan y que mañana debatirá el Parlamento de Cataluña, permitirá mejorar la calidad de vida. Lo más curioso, según el reportaje, es que la necesidad de una ley que regule el tiempo se debe a que “(…) la pedagogía, la difusión de buenas prácticas y las pruebas piloto por sí solas, no bastan”. De ahí, inferimos, la necesidad de una ley, con su poder coercitivo, sus multas y lo que haga falta. Si a las buenas no nos convencen, pues a las malas. A comer a las 12 y a cenar a las 6.

Pero lo más grotesco de todo es el auténtico derroche de ignorancia que se explicita en las argumentaciones. Debe ser cierto aquello de que cualquier causa, por ridícula que sea, siempre encontrará tontos dispuestos a defenderla. Porque si no cómo explicar, por ejemplo, que se afirme que lo que se pretende sea deshacer sinsentidos. ¿Cuáles? Pues a ver, cito textualmente “(…) la larga jornada laboral española y catalana con una pausa excesiva para comer penaliza la vida de las personas, su libertad, y también la de la sociedad: menos productividad, ocio, conciliación, cultura, democracia, sueño, más fracaso escolar...”

Vaya por delante que si de lo que se trata es de reducir el horario laboral, lo compro ya, pero como no se habla de eso, sino de que somos poco productivos, la verdad es que la pata de cabra empieza a asomar de forma alarmante. ¿Quién demonios son esta gentuza para decidir lo que es una pausa excesiva para comer? ¿O para decretar que esto atenta contra mi vida, mi libertad…?

Luego vienen, no se lo pierdan, las propuestas concretas entre las cuales me quedaré con la que refiere al ámbito educativo. Resulta que la racionalización y europeización horarias requieren acabar con la jornada compactada en los institutos de secundaria. ¡Vaya! Precisamente lo único europeo que tenemos. Sí, ya sé que circula por ahí un presunto informe que asegura que la mayoría de países europeos no tienen jornada compactada en secundaria. Se trata de un «estudio» mendaz, elaborado por una socióloga de pacotilla, que confunde interesadamente primaria con secundaria, desayuno/almuerzo con comida y horario académico con actividades lúdicas o complementarias de cualquier índole, y que basta ver qué Fundación lo ha financiado para entender qué intereses únicamente crematísticos defiende.

Pero no se acaba aquí. Por ejemplo, y curiosamente, a la vez que se postula lo anterior, resulta que se recomienda que no haya actos públicos –así, sin más- a partir de las siete de la tarde; hemos de suponer que ni conferencias, teatro, cine, ni bares de tapas… ¿televisión?

Pero lo mejor de todo viene quizás al final, cuando se apuesta por un doble horario, uno para los turistas y otro para la ciudadanía en general. Los turistas podrán comer a la hora que quieran o irse de copas a lo Salou Fest, pero los indígenas no.

Así que ya lo saben ustedes, a partir de las siete, sólo turistas. De ello podemos deducir que, teniendo en cuenta el nivel cultural del turismo que nos frecuenta, sólo quedarán al cabo de un tiempo bares de comida rápida y licorerías cutres para macerarlos luego en alcohol… y poca cosa más. ¿Cines? ¿Teatros? ¿Conferencias? ¿Sardanas tal vez? Pues parece que ni eso…
Inútil hablarles de las horas de luz que tenemos aquí y de las que no tienen en Noruega; o de la temperatura media según la época del año… eso de la latitud, ya saben; o de tantas cosas más, como una puesta de sol en verano a las nueve y media de la noche con un vino blanco, unos mejillones al vapor y una buena compañía; o contemplar la luna unas horas después… no, claro, eso sólo para los turistas. Y es que, en última instancia, aunque la mona se vista de seda, mona se queda; sólo que las monas son ellos. Y llevan las de ganar, ése es el problema.

2 comentaris:

  1. "Los expertos de la plataforma consideran que parte del fracaso escolar se debe a la irracionalidad horaria. "

    Y porqué existia el mismo fracaso escolar, además de muchísimos mas problemas de disciplina, cuando la jornada en los institutos era partida, finalizando las clases a las 17.00h?
    Con esta ley pretenden que volvamos a aquella asquerosidad horaria?
    Van a partirnos otra vez la vida?

    Que se la partan ellos, los expertos de la LOGSE, que son los verdaderos responsables del fracaso escolar.

    Magnífico artículo. Felicidades!

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  2. Ellos no se la partirán, tranquilo. La respuesta está en el siguiente post.

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