Hacen mal los que dan el “procés” por finiquitado. Cierto que va
a la baja y que sus próceres están muy desacreditados, tanto por
su mediocridad como por sus irreprimibles pulsiones cleptocráticas y/o
megalomaníacas; cierto también que la última hoja de ruta parece haber pasado
más desapercibida entre el respetable que el viaje de Mas por los EEUU, y que
hasta parte de los medios catalanes reconocidamente domeñados han reaccionado
negativamente ante la última ocurrencia «rutera».
Pero todo esto, con ser cierto,
sigue estando muy lejos de un final del «procés»
con liquidación por cierre. El independentismo sigue disponiendo de ingentes incondicionales y medios de comunicación a su servicio para
mantener y administrar los tiempos y la tensión. Un tiempo que no sólo es el
del «procés», sino también el del
recorrido y biografía política de unos dirigentes cuyo tiempo amenaza con acabarse. Y puede que, haciendo de la necesidad virtud,
hayan decidido jugárselo todo a una última carta: de perdidos al río. O todo o
nada. La última hoja de ruta es una muestra de ello, básicamente por la novedad
que aporta: se prescinde de la necesidad de una mayoría absoluta de votos para alcanzar la independencia.
El tiempo apremia y no hay
vuelta atrás. Desde un primer momento, el independentismo no calibró bien sus
fuerzas, ni en el plano interno catalán, ni en el
español, ni en el internacional. La rentabilización de las movilizaciones
masivas ha servido sólo para consumo interno y se ha retroalimentado de ellas.
A esto hay que añadirle ahora dos nuevos factores en el terreno político que
amenazan con enterrar definitivamente las aspiraciones independentistas de
obtener una mayoría absoluta parlamentaria, al menos para los próximos quince o
veinte años, una vez convencidos de que nunca ganarían un referéndum. Estos dos
factores son PODEMOS y C’s.
PODEMOS está irrumpiendo con
fuerza en Cataluña, donde algunos sondeos sitúan a esta formación incluso como
la fuerza más votada en las generales; si bien estos mismos sondeos le otorgan
menos en las autonómicas, la cosa no está nada clara. PODEMOS aporta en el
plano «nacional» un discurso antaño muy arraigado entre la izquierda y
posteriormente arrinconado por los partidos de la izquierda catalana; unos
planteamientos cuya explicitación excedería ahora mismo los límites de este
post, pero que diremos, simplificando, que se basan en el primado de lo social sobre
lo identitario. Por eso inquieta tanto al nacionalismo, que creía tener hasta
ahora controlada a la teórica izquierda política catalana. No es un exabrupto:
cuando oigo a Mas hablando de PODEMOS, veo a un
catalán cosecha «Burgos/1936».
C’s, por su parte, empezó siendo una reacción local
contra el nacionalismo catalán, sin otro proyecto que el anti-independentismo. Y
aunque uno piense que sigue careciendo de un proyecto definido, no sólo para Cataluña,
sino ahora para toda España, lo cierto es que ha trascendido el ámbito catalán
y está crecido después de su éxito andaluz, hasta el punto de presentarse como
la esperanza blanca de la derecha en España; una derecha desde cuyos sectores más garrulos se les acusa, por cierto, de ser «catalanes». Si las cosas les van como
se supone, el éxito en España puede multiplicar sus resultados en Cataluña y,
sumado a lo que obtenga PODEMOS, la hegemonía parlamentaria independentista que
hasta ahora era previsible puede verse seriamente amenazada.
Resumiendo, si hasta ahora el
«procés» fracasaba a nivel español e
internacional, pero mantenía su pujanza en Cataluña, ahora puede que se le esté
empezado a torcer el aparejo incluso en su propio terreno. Aun sin existir un
frente no-independentista articulado, la irrupción de PODEMOS y C’s no sólo puede
alterar cuantitativamente la geometría electoral y parlamentaria catalana, sino también
cualitativamente la hegemonía de que gozaba el
independentismo, con el agravante que ahora no tendría enfrente a un PP
decrépito y a un acomplejado PSC, sino a dos fuerzas emergentes una de las
cuales, para más inri, está por el derecho a decidir, pero previo proceso
constituyente y para votar «no».
No hay más cera que la que
arde: si CIU+ERC no suman mayoría absoluta, hay que potenciar a las CUP para
que, en la medida de lo posible, erosionen a PODEMOS con un discursillo de
extrema izquierda testimonial, pero eso sí, independentista a ultranza. Están
en ello, de ahí el pábulo que están recibiendo por parte de los medios
oficiales y de las encuestas de opinión de elaboración propia a que nos tienen
acostumbrados.
Así pues, puede que el
independentismo esté ante su última oportunidad, durante muchos años, de obtener
una mayoría absoluta parlamentaria –que no electoral- si se potencia a las CUP
para frenar la irrupción de PODEMOS. Y esa parece ser la estrategia diseñada por
el Think Tank independentista en esta
nueva y definitiva hoja de ruta. Elecciones el 27-S y, al calor de los
dieciséis días después de los previsibles fastos del 11-S, alcanzar una mayoría
absoluta CIU+ERC+CUP. Se constituye el parlamento y se convoca un referéndum
para votar la constitución catalana a lo
“paella precocinada” para turistas. Y si España lo prohíbe, pues la vota el Parlamento
y declaración unilateral de independencia.
No es que lo tenga fácil para
alcanzar esta mayoría absoluta parlamentaria. Al anunciado descenso de CIU hay
que añadirle el estancamiento de ERC y falta por saber qué harán el «socio»
Durán y su UDC. La mayoría absoluta dependerá del incremento que experimenten
las CUP.
Poco importa que esta mayoría
absoluta sume entre un 40 y un 45% de los votos emitidos; hay que evitar lo de
Escocia, a cualquier precio. Así que nada de proceso constituyente y a forzar
el paso en falso del Estado para, cuando desacatando no ya las leyes, sino
incluso vulnerando los más elementales principios de la democracia, la
declaración unilateral de independencia obligara a éste a actuar y, confiándolo
todo a su proverbial torpeza, el «procés»
entrara en una fase de conflicto declarado que a través de la proyección victimista, acaso podría darle alas mediante su hipotética internacionalización.
Está claro que se trata
de una hoja de ruta demencial cuyo único objetivo es provocar una reacción
violenta del Estado. Pero es la única alternativa que les queda. No parece que
por ahora nadie esté en situación de influir en CDC para forzar un relevo o una
marcha atrás. Ni sus tradicionales apoyos de sectores empresariales
refractarios a la independencia. Pero las reacciones contrarias que esta hoja
de ruta ha generado entre estos
sectores, tradicionalmente dóciles o indiferentes a los acostumbrados desvaríos
del President, es en mi opinión
altamente sintomática.
¿Independentista y Think Tank? Imposible.
ResponEliminaMuy buen análisis, Xavier, pero yo te hago una pregunta: aun partiendo, como pensamos tú y yo, que la hoja de ruta de Mas es demencial y que su mayor esperanza es una desesperada búsqueda de alguna reacción drástica, ¿tú crees que se atrevería a declarar unilateralmente la independencia? Yo lo dudo mucho. Es posible que en Cataluña lo veáis más viable porque, lo queráis o no, no podéis sustraeros a la atmósfera que crea la manipulación informativa, pero, visto desde fuera, y más, con el penoso precedente del "referéndum", está clarísimo que estos señores han perdido y ya no dan más de sí. El plan de Mas es, no ya demencial, sino suicida y podría incluso (en todas sus salidas posibles) ser catastrófico para Cataluña; es una palmaria demostración de que a él y a sus fuerzas lo que le importa no es Cataluña, sino sus propios delirios. Cada vez estoy más convencido de que este señor, como no se atempere y renuncie a sus provocaciones, acabará no solo ante un tribunal, sino tal vez en la cárcel. Si Matas ha ido por extrallimitaciones de corrupción, que no se imagine él que no se puede ir por abusos de autoridad e incumplimientos de la ley. Mira lo que te digo: no habrá jamás declaración unilateral de la independencia, pero, si a Mas se le ocurre dar un paso tan tremendo, acabará destituido y su independencia anulada. Y que nadie crea que eso va a representar un cataclismo y una reacción mundial contra tamaña injusticia. A los cuatro días, habrá por fin un problema menos; los catalanes comprarán más el "Sport" que "La Vanguardia" (o no digamos el "Avui", si es que sigue existiendo), como si no hubiera pasado nada.
ResponEliminaContestando a tu pregunta, Guachimán, o intentando responder a ella, no sé si llegado el momento se atreverá a declarar unilateralmente la independencia. La pregunta que yo mismo insinuaba al final iba en el sentido de si alguien iba a pararle los pies antes. Me refiero a sectores de CIU y a entramados empresariales próximos que no son independentistas. La propia Vanguardia se desmarcó abiertamente de esta última hoja rutera. Y el problema, a mi juicio, es que esto no es como el plan Ibarretxe y no sirve establecer analogías. Y no sirve, para empezar, porque Convergencia no es el PNV. El PNV, se mire como se mire, es un partido político; Convergencia, en cambio, y desde sus primeros momentos, es más bien un "movimiento" alrededor de una familia y grupo de amigos o empresarial. Dicho en otras palabras, no creo que haya ningún recambio posible impulsado desde otros sectores de la propia Convergencia que puedan obligar a Mas y a su séquito a echarse atrás o que puedan substituirlo. Puede que en otros tiempos hubiera sectores de sensibilidades distintas -como el sector Roca, por ejemplo, u otros- pero hoy no. Ya se encargó Pujol de que esto fuera así. Por lo tanto, por ahí lo veo difícil. Está Duran Lleida, sí, pero nadie sabe qué quiere ser cuando sea mayor; ha perdido ya un tiempo precioso y su verdadera fuerza electoral nunca ha sido contrastada. Más bien parece incluso lo contrario, que UDC esté siendo engullida por CDC.
ResponEliminaLuego tienes a ERC, sin talla política alguna, y a las CUP, una formación sobre la cual cualquier comentario sobra. Y claro, con estos mimbres... Y es que se mire como se mire, enfrente, en el ámbito catalán, en estos momentos sólo estarían C's y PODEMOS. El PP va de capa caída en Cataluña y el PSC de Guatemala a Guatapeor. Puede que el espejismo de las municipales, donde conservarán algunas alcaldías, les proporcione un respiro asistido parecido al de las andaluzas, pero en unas autonómicas y en unas generales, el PSC se hunde sin remisión en la más absoluta de las miserias. Ha ido quemando, una tras otras, todas sus oportunidades.
Y finalmente, te contesto. Pienso que Mas no tiene ninguna intención de declarar la independencia, y que lo que desearía es seguir con embrollo actual disfrutando del poder indefinidamente. Pero él mismo ha desatado estos vientos que ahora amenazan tempestad. Y el tiempo corre. Ahora ya sabe -Madrid todavía no- que jamás ganaría un referéndum por la independencia. En realidad no sabe ni si será la fuerza más votada en septiembre... Y puede que el tsunami que ha desatado le arrastre a él si acaba perdiendo el control de todo esto; es decir, si pierde el poder. Algo a lo que no está dispuesto. Por eso hay quienes dudan que al final haya elecciones catalanes en septiembre. Pero es que si no las convoca, a continuación le viene el palo de las generales, donde en Cataluña la fuerza más votada podría ser ni más ni menos que PODEMOS, y C's acaso la tercera o cuarta, en una suerte de empate técnico a cuatro bandas. En cualquier caso, Mas lo tiene muy mal. Por eso no me atrevo a vaticinar. ¿Lo decidirá al final la Caixa? Puede... Ya veremos. ¿Pero a quién ponen?