Ayer TVE emitió el telefilm de
producción propia, dirigido por Miguel Bardem, “Prim, el asesinato de la calle
del Turco”. Una serie de capítulo único, una hora y cuarenta y cinco minutos,
más o menos. Y éste, es a mi parecer, su primer y mayor problema. El segundo…
bueno, quizás más subjetivo, la cobertura que da en finales abiertos de los
tres días que van del crepúsculo del 27 de diciembre de 1870, en que se produjo
el atentado, hasta la noche del 30, fecha oficial de la muerte de Prim. Lo
mediático se impone, supongo.
Que conste que la película me
pareció más que aceptable, pero se quedó corta, muy corta, sobre todo de
tiempo. Puede que también de presupuesto. Es más cómodo hablar de “Isabel” o, cómo no,
de Roger de Lauria, del Gran Capitán -que tampoco- o de Viriato, que de Prim o
de Espartero, o de Riego o de Torrijos, del espadón de Loja, un tal Narváez, o
de la simplemente “puta tonta”. País con historia amnésica somos todos. Y así
nos va… A todos nos sigue doliendo el ridículo de no saber cual era el bando de nuestros bisabuelos, o de nuestros dieciséis tatarebuelos... mierda de país.
Hubieran tenido que ser cuatro
o cinco episodios de duración parecida al capítulo único de ayer. Entonces puede
que, nunca lo sabremos, sí que hubiéramos podido estar hablando de una obra
maestra de TVE. Porque tanto los mimbres como los membrillos apuntaban buena
calidad. Pero tanto membrillo no cabe en un cesto tan pequeño. Por lo demás,
una buena ejecución. Pero, lo siento, si no hubiera tenido ni la menor idea del
“mogollón” –como dicen nuestros alumnos- he de reconocer sinceramente que me
hubiera quedado en Bavia.
Es verdad que, hablando de
cine y para quien no haya leído la novela, la espléndida “Guerra y Paz” de la
BBC que TVE emitió en los setenta, de veinte episodios de unos 45 minutos cada
uno-, le parecerá más completa que la película de King Vidor, de tres horas y
media –en su versión no comercial-. Pero también que en cualquiera de los casos,
estamos en versiones limitadas por la duración, que no por el tiempo de
exposición. En definitiva, y maldiciendo la trivialización, tengo la impresión
de que quien no supiera demasiado sobre la trama Prim, se quedó como estaba
antes. Un país de demasiadas asignaturas pendientes, de las cuales ésta es,
simplemente, una más.
Luego, eso sí, la inverosímil
escenificación para dar pábulo al sensacionalismo recientemente sobrevenido,
con dosis de verdades ocultas bien sabidas por los «duchos», que no son los que
saben del tema, como el estrangulamiento, a cargo de Pastor, cuyo nombre no
sale ni una sola vez en el filme, sólo que es «policía». Al final será como
aquel infeliz chorizo al que interrogándolo inteligentemente la Benemérita, acabó confesando ser
el autor del tiro que mató a Kennedy y el toro que mató a Manolete. Humanamente
imposible. Y somos humanos al capdavall.
Insisto. Paúl y Angulo no tuvo
nada que ver con el atentado. Y quien quiera saber por qué, que se lea el libro
de José Fontana; el mejor, a mi criterio, de los que se han escrito sobre el
tema. Y para qué seguir hablando…
Por lo demás, mis
felicitaciones a los directores, actores y otros menesteres del séptimo arte.
Quien paga, manda. Ahora resulta que lo estrangularon a lazo y eso es una
versión más de tantas… Pues bien. A lo mejor no fue un tema de presupuesto; más
bien al contrario, contra menos tiempo, más se confundirá el personal entre
moderados, unionistas, progresistas, carlistas, republicanos, orleanistas y,
simplemente, los que mandan hoy: reaccionarios de uno y otro cuño. Susanita
tenía un ratón y Mariano una chochona, con sus sicofantes respectivos. No ha
cambiado tanto la cosa.
Puede que los pueblos que
olviden su historia estén condenados a repetirla una y otra vez. En España algo
sabemos de esto. O deberíamos saberlo. Los que la trivializan, van a la
catástrofe directa.
Fue un hispanista británico el
que dijo que el día que mataron a Prim cambió la historia de España. Yo más
bien pienso que lo que pasó el día que mataron a Prim es que no cambió… de
acuerdo con los designios británicos, entre otras cosas.
Porque si hubo una Corte
empecinada en neutralizar cualquier resurgimiento español en el XIX, y antes,
no fue Francia, sino la Gran… Bretaña. Así lo entendiere quien lo estudiare y
leyere. Por lo demás, aquí concluyo mis observaciones sobre el tema General
Prim. Punto final.
Lo siento. A mí lo que
me va es darles caña a los historiógrafos subvencionados, de uno u otro costado. El tema Prim, por lo que he leído e investigado por mi parte, lo tengo ya tan claro que no vale la pena seguir abundando en ello. Y mientras nuestros historiógrafos respectivos sigan buscando grandezas inventadas, nunca nos encontraremos. Maldita historia que nos separa...
Estimado Sr. Massó:
ResponEliminaHe seguido con mucho interés todo lo que usted ha publicado aquí sobre el magnicidio de Prim. Comparto su opinión sobre la película y creo que sólo si uno está más o menos al tanto de la historia puede seguirla y comprenderla.
Pero, verá, a mí lo que más me ha llamado la atención es su teoría sobre la posibilidad de que Cánovas anduviese en el asunto.
El hecho de que el Sr. Fontana lo considere plausible le confiere, en mi opinión , un gran valor.
Y otra cuestión que me atrae mucho es esa referencia a Galdós, cuando dice que Serrano no se opondría a la coronación de Alfonso.
Verá, hace tiempo que especulo con la hipótesis de que Serrano fuese el padre del monarca. Y sin dejar de reconocer lo endeble de mi argumentación, hay algunos datos llamativos.
A finales de 1846 la Reina tuvo un aborto. Serrano merodeaba la alcoba real y cabe suponer su intervención en el asunto. Montpensier se puso de los nervios. En mayo de 1847, a la altura del número 13 de la Calle Alcalá, dos carruajes y un acopio de obras estrechan el camino y ralentizan la marcha del carruaje real. Suenan, o tal parece, dos disparos y la Reina afirma haber sentido el paso de un proyectil ante su rostro.
Serrano fue nombrado Capitán General de Granada poco después.
Pues bien , Serrano vuelve de su puesto de París a Madrid años después. La Reina queda encinta de Alfonso. Serrano es nombrado Capitán General de Cuba. ¿Casualidad?. Puede ser.
Y para terminar de arreglar el asunto, el mismo día que fallece Alfonso lo hace Serrano. Y leo en las abundantísimas y un poco excesivas notas del descendiente del Conde Clonard, jefe del contraespionaje isabelino, que los denominados "pillines" de Cánovas podrían haber tenido algo que ver.
En fin, tal vez conspiranoia pura. Pero qué historia, ¿no?.
Por eso me atrevo a preguntarle si usted quería sugerir algo en esta linea al aludir a esa cita de Galdós.
Deseando no me tome por un chalado, reciba un cordial saludo
Enrique Alvarez.
Estimado amigo:
EliminaMuchas gracias por su aportación y que quede claro que no le tomo en absoluto por un chalado. Estamos hablando de una época tan truculenta que cualquier hipótesis, por mínimamente verosímil que resulte, merece ser tenida en consideración. En relación a lo que comenta y me pregunta, a ver... Alfonso XII nació en 1857, unos diez años después de los conocidos devaneos entre Isabel II y Serrano. Como reza el viejo dicho popular, "nunca digas de ese agua no beberé... ni este cura no es mi padre". ¿Pudieron acaso volver a las andadas aun ocasionalmente? Lo ignoro, pero no es, desde luego, descartable. En cualquier caso, y en relación a la paternidad biológica de Alfonso XII, parece haber cierto consenso en atribuirla a un comandante de ingenieros valenciano, un tal Puig Moltó, cuyo ascenso a petición de la propia reina fue denegado. Se cuenta también que una vez apartado de la Corte y en su nuevo destino, Puig Moltó recibió un curioso obsequio real: una cuna, creo recordar que de mimbre. En fin, lo de Serrano no me parece descartable, pero tiendo a pensar que fue Puig Moltó, en atención a las fechas que consta que frecuentó a la reina. En cuanto a lo de Galdós, veamos.
Galdós es especialmente críptico en estos temas. Es verdad que sugiere a través de un personaje ficticio que, una vez al corriente la reina del estallido de la Gloriosa, se planteó abdicar en su hijo Alfonso, delante de Espartero, y que esto, añade, Serrano la aceptaría, acaso insinuado su eventual regencia durante la minoría de edad del príncipe, de 11 años por entonces. También cita Galdós otra anécdota, según la cual Montpensier aportó al ejército de Serrano que avanzaba hacia el puente de Alcolea, una caravana con pertrechos para el ejército sublevado, que éste rechazó. Pero poco después se descuelga por boca de otro personaje que, según Serrano, no hay más rey posible que Montpensier... Más crípticas aún son sus alusiones a los hechos de Tarragona durante la revolución federalista de 1969, situando a un enigmático Angulo trabajando para Montpensier... Y luego sus comprobadas confidencias sobre la conspiración contra Prim, apartándose de su propia versión oficial... Sin duda, hay muchas más alusiones indirectas que seguramente no podemos captar y que solamente supieron leer quienes habían vivido directamente los hechos. Pero en fin, respondiendo a su pregunta, tiendo a creer que Serrano sí hubiera aceptado la abdicación en el príncipe Alfonso. Pero Prim y los progresistas, no; ni la mayoría de fuerzas que se habían desatado con la Gloriosa. Y sin con esta cita podía estar insinuado la posible paternidad de Serrano, la verdad, lo ignoro. Pero que Galdós se llevó más de un secreto a la tumba, eso sí que lo tengo muy claro... De nuevo, muchas gracias por su aportación. Un saludo.