diumenge, 27 d’agost del 2023
El ósculo del año
dimarts, 15 d’agost del 2023
DEL PEDAGOGISMO Y EL SANTO GRIAL
El que lo quiere todo, nunca
tendrá bastante. La pedagogía, tal como hoy la conocemos, es pedagogismo, o
sea, la consideración de aquélla como el sanctasanctórum y la génesis de toda
posible educación, su alfa y omega; su causa material, formal, eficiente y
final. Todo lo demás –transmisión del conocimiento, aprendizaje y adquisición
de aptitudes, valores, currículo, el binomio docente/discente, socialización…-,
todo, está supeditado y subordinado al despliegue de la idea que exige su
realización desde su propia génesis conceptual, son momentos de ésta cuya única
significación es que están allí para llevarnos hasta aquélla.
Es el modelo de Fichte, por
ejemplo, en su génesis del derecho (Fundamentos del derecho natural según los
principios de la teoría de la ciencia, Leipzig, 1796). De forma análoga a cómo
este autor no distingue entre derecho y moral -no puede hacerlo en aras a lo
coherencia lógica de su propio modelo de génesis conceptual-, tampoco el
pedagogismo distingue entre pedagogía y educación o enseñanza. No puede si
quiere mantener la coherencia formal de un modelo que sólo puede beber de sus
propias fuentes. Cualquier contrastación, comprobación, verificación, falsación
o como queramos llamarlo, ha de quedar descartada de antemano. Desde una verdad
empírica, particular o individual, no se puede cuestionar la verdad absoluta,
general o universal.
Esto es así por las mismas
razones que en Fichte la libertad individual, particular, queda absorbida,
diluida y negada por su subsunción en la idea del universal, del concepto de libertad (absoluta).
La única función de cualquier «hecho» es que sea metabolizable, que tenga un
encaje en ella. Y lo que no lo tiene, o lo que en un mundo más epagógico y
fenoménico diríamos que cuestiona, refuta o «falsa» la teoría, aquí simplemente
se niega porque no es integrable en los esquemas categoriales propios del
modelo. Y de lo que se trata, lo que se requiere fácticamente, es que se
carezca, que no se «disponga» de dichos esquemas categoriales, porque sin
ellos, tales «hechos» carecen de concepto, no «son». La proscripción y la
prescripción se retroalimentan en un círculo perfecto.
En sus concreciones prácticas,
hay variedad de fórmulas literarias que nos explicitan en qué se resuelve todo
esto y cómo. Brave New World (1932),
de Aldous Huxley, o Nineteen Eighty-Four (1949), de George Orwell, son sin duda
algunas de las más brillantes y conocidas. Pero también tenemos otra cuyo
modelo no ha sido tan cuestionado, muy probablemente porque es precisamente el
que está resultando triunfante, escrita por un psicólogo profesional que es, además, uno de
los fundadores del behaviorismo: Walden
Two (B. F.Skinner, 1948). En realidad, la única diferencia entre las dos
primeras y la tercera consiste en que, en Brave
New World, la determinación del individuo se lleva a cabo mediante la
manipulación genética –dicho en términos hodiernos adaptados- previa a su
«nacimiento». Con ello, nos «sale» el individuo que queremos, desde un alpha
hasta un épsilon. En Nineteen Eighty-Four
es mediante la arbitrariamente planificada y organizada coerción y represión,
cuyo mensaje acaba interiorizado en el psiquismo del individuo. En Walden Two es por medio de la educación,
con sus técnicas de modificación de conducta mediante la administración
dirigida y mediada de la ecuación E → R.
Tenemos también las brillantes
reflexiones de Leonardo Sciascia en un pasaje de su magistral relato/novela Il contesto (1971), que entroncan
directamente con la generación de la idea de derecho en Fichte y su proyección
sobre el modelo pedagogista -con el añadido de la posverdad contemporánea que
lúcidamente anticipa-, que han sido objeto de especial tratamiento en mi último
libro, aún no publicado.
Dejémoslo como empezamos. El que
aspira a todo, nunca tendrá bastante. El pedagogismo aspira a todo y, aunque
nunca tendrá bastante, seguirá persiguiéndolo como un Santo Grial en cuya
creencia consiste su única justificación (probablemente moral), sin la cual
carecería de enjundia y se manifestaría como lo que es: un discurso
pseudocientífico y trufado de majaderías milagreras que, ello no obstante, le
va muy bien al modelo que desde el poder –el de verdad- se ha decidido para
nuestra sociedad postindutrial, posmoderna, posdemocrática, posverdadera y
«post» no sé cuántas cosas más.
Y aunque a veces acierte, o nos
lo parezca, no lo olvidemos: un reloj parado también da bien la hora dos veces
al día, una con pantalla en formato UTC. Podemos incluso creérnoslo si sólo nos muestran
la hora en estos precisos instantes. Pero el reloj está parado. El otro, el que
funciona, ése está a buen recaudo.
dimarts, 21 de març del 2023
UNA CONTROVERSIA PEDAGÓGICA
El texto que sigue es una traducción al español del artículo en inglés de Jonas Linderoth, traducido a su vez del original sueco escrito por el mismo autor: https://medium.com/@JonasLinderoth/a-translation-of-jonas-linderoths-article-from-2016-3e5e3c629d2b
La traducción al español es de
mi exclusiva responsabilidad.
TRADUCCIÓN
DE JONAS LINDEROTH, DE SU ARTÍCULO DE 2016
Esta es una traducción (al
inglés. NT) del artículo que en 2016 escribí para el periódico de mayor tirada
en Suecia, Dagens Nyheter. Aunque fue
el artículo de opinión más leído del año, nunca esperé que llamara la atención
internacionalmente. En cualquier caso, un tiempo después de haberlo escrito,
Greg Ashman lo comentó en un blog.post,
sobre una traducción por medio Google
translate, a partir de algunos contactos suecos. Y tuve que explicar los
puntos clave del artículo a periodistas internacionales que se pusieron en
contacto conmigo. Pensé entonces en una traducción más rigurosa, pero pronto
abandoné la idea: el debate parecía haber concluido. Más recientemente, el
profesor Paul Kirschner ha colgado el artículo en su blog.
Me siento humillado y sorprendido. En la
medida que el post del profesor Kirschner ha generado un cierto interés por el
artículo he decidido, casi siete años después de haberlo escrito, traducirlo al
inglés (con el concurso de GPT4).
Los lectores extranjeros han
de saber que el artículo suscitó un cierto debate en Suecia y que generó un
áspera controversia sobre las ideas educativas progresistas/constructivistas.
Una polémica que afectó a mi vida y a mi salud. En gran parte por los titulares
y los preámbulos tergiversados de que fue objeto el artículo en su práctica totalidad.
Más allá de la traducción
escribiré también unas líneas sobre las razones por que escribí el artículo,
qué recepción obtuvo y sobre su vigencia en la actualidad. Lo que es en sí
mismo una reflexión sobre las ideologías educativas, el poder de los copy editors y el panorama político del sistema educativo
en Suecia.
En cualquier caso, recomiendo
que en primer lugar se lea el artículo original en la traducción al inglés del
propio autor.
Publicado
en Dygens Nyheter 2016-08-24
[Título
propuesto} Las ideas educativas de los años noventa son una razón que
explica el bajo estatus actual de la profesión docente.
[Título
que le dio el copy editor] Pido
perdón por las ideas educativas de los noventa.
[Preámbulo escrito por el copy editor] Lo que hay detrás del bajo estatus de la profesión docente. Las ideas
educativas de los años noventa no llevaron a una escuela mejor. A pesar de ello
hay un profundo silencio entre nosotros, los expertos educativos que hemos
coadyuvado a socavar la profesión docente. Quizás sería el momento de
enmendarnos. Podría ser una contribución importante a la recuperación del
estatus de la profesión docente en Suecia, escribe el profesor Jonas Linderoth.
[Aquí
empieza mi artículo] El
inicio del curso ha venido este año acompañado de desazonadoras noticias sobre
la falta de docentes en las escuelas suecas. Los profesores más experimentados
están abandonando la profesión y muy pocos estudiantes se inclinan por la
docencia. Se está buscando por todas partes a alguien que esté dispuesto a
hacerse cargo de un aula. La situación es verdaderamente preocupante. En pocos
años habrá un déficit de miles de docentes cualificados en las escuelas suecas.
Desde la política la cuestión se aborda desde una perspectiva fundamentalmente
económica. Se considera que salarios más flexibles y desiguales serían la
solución para aumentar el prestigio de los docentes y hacer más atractiva la
profesión.
Lo que no parece contemplarse
es en qué medida las reformas educativas de los últimos veinte años -tales como
la municipalización, la educación por objetivos, la organización en grupos de
trabajo, las escuelas F-9, las escuelas a la carta (charter), la libre elección de centro, etc.- han alterado por
completo el relato sobre lo que es un buen profesor. No deja de ser curioso, y
es conveniente recordarlo, que las reformas escolares de los años noventa en
Suecia se publicitaron, fundamentalmente, con argumentos pedagógicos, mucho más
que económicos.
Los críticos educativos, los
expertos educativos, las autoridades, los sindicatos, los formadores de
docentes y los políticos se centraron fundamentalmente en las virtudes de la
escuela del mañana. Argumentos, todos ellos, que obviaban y socavaban la
identidad y la naturaleza de la profesión docente realmente existente hasta
entonces. La intemporal idea educativa según la cual el que sabe algo se lo
enseña al que lo ignora, se asoció con el abuso de poder. En su lugar, el buen
profesor pasó a ser alguien que fomenta el autoaprendizaje del alumno. El
trabajo en el aula tenía que basarse en la motivación «natural» del estudiante.
Las barreras entre distintas asignaturas tenían que derribarse. Las aulas
tenían que estar físicamente diseñadas para facilitar un mayor apoyo al trabajo
independiente del alumno, desdeñando el aprendizaje por instrucción.
Los profesores que no adoptaron estas
innovaciones pedagógicas fueron tildados de epistemológicamente problemáticos, de
autoritarios partidarios de la disciplina ciega y de regodearse puntuando con
bajas calificaciones a sus alumnos. En los estudios de formación docente que yo
mismo cursé en los años noventa, a los profesores partidarios de la instrucción
se los asociaba al sádico personaje de ficción del Alfs Sjöberg’s fil torment apodado «Calígula». El contraejemplo con el
que se nos adoctrinó y al que nunca deberíamos parecernos. Íbamos a ser los
transformadores de las escuelas suecas.
En 1993 la profesora Alison King definió en un
artículo hoy clásico el nuevo modelo emergente de profesor y sus funciones. El
profesor ya no debía ser el sabio subido a la tarima, sino el acompañante al
lado del alumno al cual orienta (del sabio subido a la tarima que enseña, al
acompañante al lado que orienta). King creía que este nuevo rol del profesor
llevaría a los estudiantes a la independencia de criterio y al pensamiento
crítico que les facultaría para resolver creativamente sus problemas. Más o
menos en esta misma época, el profesor de Matemáticas Seymour Papert, un
influyente pionero del aprendizaje digital, proclamó que las clases magistrales
eran un muro que impedía el desarrollo de la natural curiosidad del alumno. En
su lugar, el objetivo del profesor tenía que ser conseguir en el alumno el
mayor aprendizaje posible con la menor instrucción posible.
En Suecia, estas ideas se habían formalizado ya
en 1992, con el informe sobre el nuevo currículo sueco, Skola för bildning (SOU 1992:94). Lo fundamental sobre las
actividades del estudiante en este informe era el aprendizaje por
descubrimiento. La función del docente era estimular, apoyar y guiar. Ni una
mención al estudiante que escucha y comprende o al profesor que habla, explica
e instruye. Poco a poco, la identidad histórica y el estatus de la profesión
docente fueron desmantelándose.
Yo mismo colaboré inconscientemente en la tarea
de erosionar la función docente con estos relatos. Como estudiante de
doctorado, intervine en una conferencia en la Kulturhuset (Casa de Cultura) de Estocolmo. Bajo el tema «Experiencia
para el Conocimiento» recurrí a citas tòpicas como que “Aprendí más inglés por mi interés por la música que en la escuela”.
En mi presentación introduje imágenes de niños felices jugando, mientras sonaba
como música de fondo el clásico de Pink Floyd “We don’t need no education”. Hoy me estremezco avergonzado del
mensaje simplista y populista que estaba predicando. La verdad de todo esto es
que si yo no hubiera tenido profesores excelentes en el Bachillerato, con toda
probabilidad no hubiese podido afrontar la Universidad. Los profesores que
enseñaban, que explicaban y que demostraban fueron pues, paradójicamente, el
prerrequisito para que luego yo pudiera desplegar mi discurso antidocente.
Hoy puedo constatar los resultados de la
«Ilustración» pedagógica de los años noventa. Informes como PISA o TIMSS nos
aportan evidencias irrefutables del deterioro de las escuelas suecas, sin
parangón en los estudios internacionales. Los investigadores Jan-Eric Gustafsson,
Sverker Sörlin y Jonas Vlachos han dejado muy claro en su informe Policy Ideas for Swedish Schools que hay
razones para pensar que “los modelos educativos que han dejado al estudiante a
su propia iniciativa, han arrojado peores resultados que aquellos en los que
los profesores tienen un papel más activo”. John Hattie, el profesor que está
detrás de uno de los metaestudios más notorios sobre los resultados escolares
en los últimos años, apunta que el método que deja al profesor como un mero
orientador, con una mínima intervención, está en relación inversa con respecto
a los métodos educativos de éxito. No hay ninguna duda de que los métodos
pedagógicos de los años noventa no han llevado a una escuela mejor. A pesar de
esto, o quizás debido a esto, apenas hay debate entre los expertos educativos
que han estado minando la profesión docente. Quizás deberíamos examinarnos a
nosotros mismo y al debate escolar que hemos estado llevando durante los
últimos veinte años. Una revisión crítica sobre las ideas de los años noventa
sobre lo que es un buen profesor podría contribuir a la recuperación del
estatus de los docentes en Suecia. Podría restañar las heridas entre los
profesores y los expertos educativos que forman a los docentes. Podría
contribuir a la rehabilitación de los docentes que se resistieron a las
tendencias pedagógicas que enfatizaban el papel de mero orientador del
profesor. Y podría comportar que los profesores volvieran a sentirse orgullosos
de su identidad profesional y de su sentido histórico.
Lamento profundamente la presentación que hice
en su momento en la Kulturhuset y
quiero disculparme ante los profesores suecos por ello. En consecuencia, espero
predicar con el ejemplo y quedo a la expectativa de que más colegas asuman su
responsabilidad por el clima pedagógico que contribuyeron a crear. Si empezaran
por hacerlo los autores de Skola för
bildning SOU 1992:94, serían bienvenidos.
Hoy me siento avergonzado cada vez que pienso
en el mensaje simplista y populista que contribuí a propagar. La verdad es que
si no hubiera tenido excelentes profesores en mis tiempos del Bachillerato,
difícilmente hubiera podido proseguir en la Universidad.
Jonas
Lideroth
Profesor
de Pedagogía en la Universidad de Gothenburg y professor retirat d’Arts i
Ciències Socials.
Autor
de ‘Lärarens återkomst — Från förvirring till upprättelse’
(El retorn del professor.
De la confusió a la reconciliación
UNA CONTROVÈRSIA PEDAGÒGICA
Aquest text és la traducció al català de l’article en anglès de Jonas Linderoth, traduït al seu torn de l’original suec escrit pel mateix autor: https://medium.com/@JonasLinderoth/a-translation-of-jonas-linderoths-article-from-2016-3e5e3c629d2b
La traducció al català és de la meva exclusiva
responsabilitat.
TRADUCCIÓ DE L’ARTICLE DE JONAS LIDEROTH, DE 2016, A
CÀRREC DEL PROPI AUTOR
Aquesta és
una traducció de l’article que vaig publicar el 2016 al diari de més tirada a
Suècia, el Dagens Nyheter. Malgrat
que va ser l’article d’opinió més llegit al llarg de l’any, mai no havia
esperat que cridés internacionalment l’atenció de ningú. Tanmateix, un temps
després d’haver-lo escrit, Greg Ashman el va comentar en un blog.post,
a partir d’una traducció amb Google translate, arran d’alguns contactes suecs
per mitjà dels quals en tingué notícia. I vaig tenir que explicar els punts
clau de l’article als periodistes internacionals que es van posar en contacte
amb mi. Vaig pensar aleshores en fer-ne una traducció més rigorosa, però vaig
abandonar la idea molt aviat: el debat s’havia esvaït. Més recentment, el
professor Paul Kirschner ha penjat l’article en el seu blog.
Em sento humiliat i sorprès. Per tal com el post del professor Kirschner ha
generat un cert interès per l’article, he decidit, quasi set anys després
d’haver-lo escrit, traduir-lo a l’anglès (amb el concurs de GPT4).
Els lectors
estrangers han de saber que aquest article va crear en el seu moment un cert
debat a Suècia i que va generar una aspre controvèrsia sobre les idees
educatives progressistes/constructivistes. Una polèmica que va afectar la meva
vida i la meva salut. En gran part pels titulars i els preàmbuls tergiversats
de què fou objecte l’article en gairebé la seva totalitat.
Més enllà
d’aquesta traducció escriuré també unes línies sobre les raons per les quals
vaig escriure aquest article, quina recepció va obtenir i sobre la seva
vigència actual. Tot plegat, una reflexió sobre les idees educatives, sobre el
poder dels copy editors i sobre el
panorama polític del sistema educatiu a Suècia.
En
qualsevol cas, recomano que es llegeixi en primer lloc l’article original en la
seva traducció a l’anglès, feta pel mateix autor.
Publicat al
Dygens
Nyheter 2016-08-24.
.
[Títol proposat] Les idees
educatives dels anys noranta són una raó que explica el baix estatus social de
la professió docent.
[Títol que li va donar el copy editor] Demano perdó per les idees educatives dels anys noranta.
[Preàmbul
escrit pel copy editor] El que hi ha darrere del baix estatus de la
professió docent. Les idees educatives dels anys noranta no van portar a una
escola millor. Nogensmenys, es manté un silenci pregon entre nosaltres, els
experts educatius que hem coadjuvat a deteriorar la professió docent. Potser seria
el moment d’esmenar-nos a nosaltres mateixos. Podria ser una contribució
important per a la recuperació de l’estatus de la professió docent a Suècia,
escriu el professor Jonas Linderoth.
[Aquí comença el meu article] L’inici del curs ha
vingut aquest any acompanyat de notícies inquietants sobre la manca de docents
a les escoles sueques. Els professors més experimentats estan abandonant la
professió i molt pocs estudiants opten per la docència. S’està buscant
desesperadament algú que estigui disposat a fer-se càrrec d’una aula. La
situació és preocupant. En pocs anys hi haurà un dèficit de milers de docents
qualificats a les escoles sueques. La preocupació política és fonamentalment de
caire econòmic. Es considera que salaris més flexibles i desiguals serien la
solució per a recuperar el prestigi docent i fer més atractiva la professió.
El que no
es contempla, en canvi, és en quina mesura les reformes educatives dels darrers
vint anys –com ara la municipalització, l’escola per objectius, l’organització
en grups de treball, les escoles F-9, les escoles charter, la lliure elecció de centre, etc.- han alterat
completament el relat sobre què és un bon professor. No deixa de ser curiós, i
per això cal recordar-ho, que les reformes escolars dels anys noranta a Suècia
es van publicitar, de manera sistemàtica, amb arguments pedagògics, molt més
que no pas econòmics.
Els crítics
educatius, els experts educatius, els alts càrrecs, els sindicats, els
formadors de docents i els polítics es van centrar fonamentalment en l’escola
del futur. Arguments, tots ells, que negligien i minaven la identitat i la
naturalesa de la professió docent realment existent fins aleshores. La idea
educativa intemporal segons la qual el que sap alguna cosa l’ensenya a qui no
la sap, es va associar amb l’abús de poder. I el bon professor va passar a ser
algú que fomenta l’autoaprenentatge de l’alumne. El treball a l’aula s’havia de
centrar en la motivació natural de l’estudiant. Les barreres entre les
diferents matèries s’havien d’enderrocar. Les aules havien d’estar físicament
dissenyades per a facilitar un major suport al treball individual de l’alumne,
tot menystenint l’aprenentatge per instrucció.
Els
professors que no van adoptar aquestes innovacions pedagògiques van ser
qualificats d’epistemològicament problemàtics, de carques autoritaris que
gaudien amb la disciplina cega i suspenent llurs alumnes. Durant els meus temps
de formació docent en els anys noranta, als professors partidaris de la instrucció
se’ls associava al sàdic personatge de ficció de l’Alfs Sjöberg’s fil torment,
per renom Calígula. El
contraexemple en què havíem d’evitar convertir-nos i que se’ns va ensenyar a
defugir. Annàvem camí de convertir-nos en els transformadors de les escoles
sueques.
L’any 1993,
la professora Alison King va definir, en una article que s’ha esdevingut un
clàssic, el nou model emergent del rol del professor i les seves funcions. El
professor ja no havia de ser el savi a dalt de la tarima, sinó l’acompanyant
que va al costat de l’alumne i l’orienta (Del saberut que ensenya l’alumne des
de dalt, al guia que des del costat l’orienta). King creia que amb aquest nou
rol del professor, els estudiants serien més independents i adquiririen el
pensament crític que els facultaria per a la resolució creativa dels seus
problemes. Més o menys en aquesta mateixa època, el professor de Matemàtiques
Seymour Papert, un influent pioner de l’aprenentatge digital, va proclamar que
les classes magistrals eren el mur que impedia el desenvolupament de la
curiositat natural de l’alumne. L’objectiu era ara aconseguir el major
aprenentatge possible de l’alumne, amb la menor instrucció possible.
A Suècia
aquestes idees s’havien formalitzat ja el 1992 amb l’informe sobre el nou
currículum Skola för bildning (SOU 1992:94). Segons aquest
informe, allò fonamental en les activitats de l’estudiant era l’aprenentatge
per descobriment. La funció del docent era motivar, donar suport i guiar. Ni
una sola menció a l’estudiant que escolta i comprèn o al professor que parla,
que explica i que instrueix. Poc a poc, la identitat històrica i l’estatus de
la professió docent es van anar diluint.
Jo mateix
vaig col·laborar inconscientment en aquesta tasca d’erosió de la funció docent
amb aquesta mena de relats. Com estudiant de doctorat vaig intervenir en una
conferència a la Kulturhuset d’Estocolm.
Amb el títol “Experiència per al coneixement”, vaig recórrer a cites tòpiques
com ara que “havia après més anglès gràcies al meu interès per la música que a
l’escola”. A la meva presentació vaig introduir imatges de nens feliços jugant,
mentre sonava com a música de fons el clàssic de Pink Floyd “We don’t need no education”. Avui
m’avergonyeixo del missatge simplista i populista que estava difonent. La
veritat de tot això és que si no hagués tingut grans professors al Batxillerat,
amb tota probabilitat no hauria pogut prosseguir a la Universitat. Els
professors que explicaven, que ensenyaven i que raonaven van ser doncs, i paradoxalment,
el requisit per tal que després jo pogués desplegar el meu discurs antidocent.
Avui puc
constatar els resultats de la «Ilustració» pedagògica dels anys noranta. Informes
com PISA o TIMSS ens aporten evidències irrefutables del deteriorament del
sistema educatiu suec, sense parió als estudis internacionals. Els
investigadors Jan-Eric Gustafsson, Sverker Sörlin i Jonas Vlachos han deixat
molt clar a l’informe Policy Ideas for
Swedish Schools que “hi ha raons per
pensar que els models educatius que s’han centrat en la pròpia iniciativa de
l’estudiant tenen pitjors resultats que aquells en què els professors tenen un
paper més actiu”. John Hattie, el professor que hi ha darrera d’un dels
meta estudis més notoris sobre els resultats escolars en els darrers anys,
apunta que el mètode que deixa el professor com un mer orientador, amb una
mínima intervenció, està en relació inversa amb els mètodes educatius d’èxit.
No hi ha cap dubte que els mètodes pedagògics dels anys noranta no han portat
una escola millor. Tanmateix, o potser per causa d’això, gairebé no hi ha cap debat entre els experts educatius
que han estat destruint la professió docent. Potser ens hauríem d’examinar
nosaltres mateixos i el debat escolar que hem estat difonent durant els darrers
vint anys. Una revisió crítica de les idees dels anys noranta i del relat sobre
què es un bon professor podria coadjuvar en la recuperació de l’estatus dels
docents a Suècia. I podria ajudar a cicatritzar les ferides entre els
professors i els experts educatius. Així com a la rehabilitació dels docents
que van resistir davant les tendències pedagògiques que emfasitzaven el paper
dels docents com a mers orientadors. I tal vegada els professors podrien
recuperar el sentir històric de la seva professió i se sentirien orgullosos de
la seva identitat professional.
Lamento
profundament la presentació que vaig fer a la Kulturhuset i vull disculpar-me’n davant dels professors suecs.
Espero poder predicar amb l’exemple i resto a l’espera que els meus col·legues
assumeixin llurs responsabilitats pel clima pedagògic que van contribuir a
crear. Si comencessin per fer-ho els autors del Skola för bildning SOU
1992:94, serien benvinguts.
Avui em
sento avergonyit cada cop que penso en el missatge simplista i populista que
vaig contribuir a propagar. La veritat és que si no hagués tingut excel·lents
professors durant el meu Batxillerat, difícilment hauria pogut tenir èxit a la
Universitat.
Jonas
Lideroth
Professor
de Pedagogia de la Universitat de Gothenburg i professor retirat d’Art y
Ciències Socials.
diumenge, 26 de febrer del 2023
EL CASO ROALD DAHLO EL SÍNDROME DE MOGAMBO