La titular de Educación,
Isabel Celaá, ha anunciado que su ministerio está considerando la posibilidad
de prohibir los teléfonos móviles en las aulas, o sea, en las escuelas e
institutos. La réplica del Conseller
d’Ensenyament catalán, Josep
Bargalló, pronunciándose en contra de tal medida, no se ha hecho esperar; como
no podía ser de otra manera. No sin antes desautorizar a la ministra,
proclamándose la única autoridad competente en Cataluña sobre la materia.
Pero es que, además, el
inefable Bargalló dice tener también sus razones. Por un lado aduce que a él no
le gusta prohibir, y que el Consell
Escolar de Catalunya ya dictaminó en su momento que el uso del móvil es
positivo si se utiliza para fines educativos. Por el otro, afirma sin pestañear
que tal prohibición significaría darles la espalda a las nuevas tecnologías, lo
cual, hemos de suponer, sería algo así como oponerse cerrilmente al progreso.
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