Siempre, desde que empecé a aficionarme a la «mountain bike», o BTT, como se le llama ahora,
sentí una especial atracción hacia los parajes abandonados por el ser humano; muy
particularmente por los «masos» abandonados (o «masies», más genéricamente)
que tanto abundan por las rutas que acostumbro a recorrer. Unidades de residencia y de producción, algunas de las cuales se
remontan con seguridad a siglos muy anteriores, que en algún momento fueron
abandonadas por razones que concretamente ignoro, pero que genéricamente
correspondieron a un cambio de época que las relegó a vestigios de otros
tiempos cuya última etapa sería todavía relativamente reciente: entre los años
cincuenta y sesenta del siglo pasado; tal vez, en algún caso, incluso
principios de los setenta. Testigos de un tiempo que se fue, tal vez afortunadamente, pero que no por ello dejan de evocar cierta nostalgia cuando los tienes delante.
Hay también viejos puentes,
líneas de ferrocarril y estaciones en desuso, algún que otro túnel, un
antiguo campamento militar, canalizaciones que atestiguan antiguas técnicas de regadío en
tierras hoy boscosas, pero más bien áridas donde el agua era un recurso
codiciado...
Realicé hace tiempo un
trabajo sobre esta zona, todavía en una época en que no había móviles ni GPS's,
ni con cámara ni sin ella. Debido a ello, no conservo copia de ninguno de los
documentos originales que en su momento entregué. Las fotos que irán
apareciendo son pues recientes, de este verano la mayoría y algunas de hará uno o, a lo
sumo, dos años. No tiene demasiada importancia por lo que a las imágenes se refiere,
el entorno es todavía, hoy por hoy, prácticamente el mismo que hace veinticinco
años. La zona referida comprende, a grandes trazos, un irregular semicírculo con
centro en la villa-castillo de Tamarit, cuyo máximo extremo hacia el oeste se encontraría
en los bosques del norte de la ciudad de Tarragona, con el acueducto romano
conocido como «el Pont del Diable», frente al río Francolí, prácticamente seco
en verano; hacia
el norte, más bien nor-noroeste, hasta las poblaciones de Salomó y Renau, con
el río Gaià como columna vertebral.
No es en realidad un área muy extensa. La máxima longitud de este radio irregular sería de unos quince kilómetros, veinte a lo sumo. Sirvan pues estas
entregas como esparcimiento estival; y como imagen inicial, la ya conocida del
castillo/villa de Tamarit.
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