Ya la tenemos liada otra vez.
Hay gente que no tiene remedio. Ahora resulta que el currículum de la materia
de Religión en el Bachillerato evaluará aspectos como la comprensión del origen
divino del universo o los problemas bioéticos relacionados con el origen, el
desarrollo y el final de la vida. Y ya han saltado por legiones los majaderos de
siempre poniendo el grito en el cielo y rasgándose las vestiduras ante tal
tropelía. ¿Y qué se pensaban que iba a decir la Iglesia al respecto? Desde
luego, hay gente de una aparente ingenuidad exasperante…
Vaya por delante que,
exactamente de la misma manera que pienso que en un sistema educativo lo
esencial es que los alumnos aprendan matemáticas –por ejemplo-, mientras que me
parece secundario en qué lengua se les enseñe, -o me lo seguirá pareciendo hasta
que no se resuelva lo primordial: que efectivamente aprendan matemáticas-,
pienso también que el tema de la religión es en estos momentos uno de los
problemas más insignificantes y menos urgentes que nuestro sistema educativo tiene
planteados.
No voy a entrar, por lo tanto,
a debatir sobre la conveniencia o no de que la religión como doctrina
confesional forme parte de nuestros programas de estudio como materia optativa,
ni de que su oferta sea obligatoria en todos los niveles y etapas con
independencia de la demanda –a diferencia, por ejemplo, del latín o del griego
o de tantas otras-, ni tampoco en si ha de ser evaluable o no para el
expediente. Y ya digo, no voy a entrar en ello –acaso otro día- porque hacerlo
me parecería eludir culpable y cínicamente los temas principales y de mayor
gravedad que afectan a nuestro sistema educativo, y siendo consciente de ello,
incurriría en una frivolidad que no estoy en condiciones de permitirme.
No, con quienes me voy a meter
es con los majaderos que parecen escandalizarse porque un texto de religión
católica sostenga el origen divino del universo, o que afirme que la persona no
puede alcanzar por sí misma la felicidad. O que se relativicen los casos de Galileo,
Servet o Bruno ¿Pero se puede saber de qué se sorprenden? ¿O qué pretenden que
expliquen los curas? ¿Que digan que el universo no tiene sentido? ¿Es que son
tan extremadamente ignorantes que no saben qué es una religión ni qué es la
Iglesia o en qué consiste?
El único de los entrevistados
que da en el clavo es Fernando Savater -sin que sirva de precedente-, que elude
entrar a valorar los contenidos y afirma que:
“El problema es la
existencia misma de una asignatura confesional organizada por el obispado, con
profesores elegidos por los obispos y pagados por el Estado”
Ahora bien, si resulta
que nadie considera esto un problema, y cabe suponer que es así porque ningún
gobierno ha denunciado el concordato con la Santa Sede de 1979, y éste
establece que la materia de Religión la organiza el obispado y a los profesores
los elige el obispado ¿A quién le puede sorprender que luego digan lo que
dicen?
Magníficamente explicado, Xavier. Estos rasgamientos de vestiduras a mí me recuerdan a los "alzamientos de ostia" de Amanece que no es poco. Dan ganas de sentarse a observar por puro entretenimiento y aplaudir después, una vez consumados. Algunos son gloriosos (nunca mejor dicho). Y es que en esta país somos laicos para lo que nos interesa y las nuevas religiones nos las tragamos de dos en dos.
ResponEliminaEl día en que se pretenda imponer que los profesores de biología enseñen creacionismo yo estaré en la misma trinchera que esos que ahora se indignan porque los profesores de religión enseñen religión. Ocurre, como es bien sabido, en algunos estados en los EEUU, donde, por cierto la religión predominante nunca es la católica.
ResponEliminaPuestos a preferir yo creo que es mejor que aprendan religión, que al menos algo de cultura lleva implícita, que “aprender a ser creativos”, algo que se sustenta en la humillación del docente y deja a los alumnos igual o peor frente a la ignorancia que irán arrastrando. Eso sí, felices y bien progres.
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