Empezaré insistiendo en lo que
comentaba en la anterior entrega sobre la revolución educativa jesuítica. Para
poderme tomar en serio la propuesta, debería poder verificar que la Orden
contemple que sus futuros ordenados y jerarcas hayan sido «instruidos» bajo los
parámetros marcados por dicho método. Es decir, que los pastores se apliquen el
mismo tratamiento que recomiendan a las ovejas. Algo ineludible para poder
creer en la buena fe del proyecto, que no en su solvencia.
Y desde luego que esto no me
lo creo. Por esto, y porque me parece más un tema de vocación de pastores que
desean guiar unas ovejas que necesiten ser guiadas por ellos. Está en al ADN de
cualquier orden religiosa, no deberíamos olvidarlo.
De todos modos, tampoco
deberíamos olvidar que se trata de un experimento de los jesuitas catalanes, no
de la Orden en general. Más concretamente, de la “Fundació Jesuïtes Educació”, integrada en “Escola Cristiana de Cataluña” y, cómo no, en la Patronal de la privada
concertada catalana. Y digo esto porque igual resulta que éstos son jesuitas como el juez Vidal
es juez. Que las cosas por aquí en Cataluña andan muy alteradas, y los niveles
de contaminación pedagógicos sólo son comparables a los de contaminación
nacionalista, del que se considera que forman parte substancial en la medida
que proponen un modelo de escuela catalana con su identidad diferenciada.
Y quien se piense que esto
refiere al catalán como lengua vehicular, está muy equivocado. Muy al
contrario, la lengua es sólo un distintivo externo puesto como pretexto al
servicio de los intereses de unas oligarquías provincianas y onfalocráticas que sueñan con un
modelo andorrano para toda Cataluña. “Allò tan nostrat” dicho en catalán, la “dissortada” lengua utilizada como
pretexto y arma arrojadiza por unos y otros. De allí lo del “fet diferencial català” del cual forma
parte indisoluble un modelo educativo acorde a los fines y al modelo social
preilustrado que se persigue. De veras lo digo, y perdón per el excurso: el
debate no es si se enseña en catalán o en castellano; la lengua es un mero
pretexto utilizado como banderín de enganche. El problema es qué se enseña.
Pues bien, en este contexto, y
con una patronal de la privada concertada controlada y favorecida por el poder,
en admirable relación estocástica, no me extrañaría que la «jesuitada»
fuera la aportación personal al “procés” en su
versión educativa, de personajes ligados a fundaciones que abrevan en las
fuentes del poder y la subvención. No es por nada, pero me gustaría saber qué
opina de esto el general de los jesuitas. Claro que a lo mejor le parece muy
bien, no sé… doctores tiene la Iglesia…
Pero tratándose, de momento,
de algo remitido exclusivamente a Cataluña, no puede por menos que despertar
sospechas, porque hay favores que se pagan.
No puedo dar nombres porque a
ello me comprometí, pero para que nos hagamos una idea de la sutil trama de
complicidades que se produce en torno a la educación y el modelo educativo, les
contaré algo que me consta que es totalmente verídico. Bueno, un nombre sí
daré, el de Jordi Pujol.
Ocurrió hace ya bastantes
años, cuando el hoy delincuente fiscal era presidente de la Generalitat y todavía surfeaba en la
cresta de la ola. Una joven periodista recién salida de la facultad, y que
acababa de encontrar trabajo en un importante medio de comunicación catalán, recibió
el encargo de cubrir un acto que, sobre temas de
educación, iba a dar el «president»
Pujol. Después de una insulsa e intrascendente perorata, respondiendo siempre a
las preguntas según si això toca, o això no toca, y finalizado oficialmente
el acto, Pujol, según tenía por costumbre, hizo un corrillo aparte con,
supongo, algunos de los medios más afines. Y allí, ante algún comentario que
surgiría sobre la enseñanza pública y la privada concertada, Pujol fue tajante:
“és clar que fem trampa”. A favor de
la privada, claro.
La pobre chica se creyó en
posesión de una exclusiva que la iba a consagrar como periodista y le faltó
tiempo para volver a la redacción y decírselo a su jefe. “¿No te ha dicho que no lo publiques?” le espetó el jefe. Y claro,
no se publicó que el “president” no
sólo había reconocido, sino que se había jactado de estar haciendo trampas en
el tema educativo a favor de la privada. Les parecerá una anécdota, pero para
los que conocemos el percal, les aseguro que es categoría.
Y la cosa sigue igual, de modo
que ahora, en pleno procés y ante la
agresión que supone la por otro lado infausta LOMCE, es muy probable que se les
esté devolviendo el favor. Y una vez más, el
tema no es la lengua –éste es el campo de discusión para botarates- sino el
modelo educativo. Porque quien se haya leído la LOMCE sabrá que dicha ley es la
primera ley española que reconoce el derecho a la inmersión lingüística. Sí,
tal cual. Así lo viere quien lo leyere. De modo que el debate de fondo es otro.
Visto así, podría parecer que
lo de la “Fundació Jesuïtes Educació”
se queda en un simple experimento catalán. Pero mucho me temo que no sea así.
Hay razones para pensarlo.
Cambio de tercio. Uno de los
más feroces críticos con la LOGSE desde sus primeros momentos, fue el profesor universitario
Ferran Gallego, a la sazón activo militante en la izquierda comunista, lo cual
le situaba directamente en la categoría de rara
avis –aunque parafraseando a Raimon, fuimos más de los que ellos querían y
dijeron-. Sus artículos incluso aparecieron en “El País”, edición nacional, en
más de una ocasión, hasta que, según él mismo confesó en privado, el director
del rotativo le dijo que sus artículos no «le» gustaban y que… puerta.
La tesis central de Ferran
Gallego era que la LOGSE era una ley educativa de carácter netamente
neoliberal. La oposición del PP por entonces, que nunca pasó de testimonial, quod erat demonstrandum, se debía según
él –y en gran parte lo comparto- a que la derecha española todavía estaba
atrasada como «derecha». Para él, la prueba del algodón era que CIU, a la que
consideraba la derecha más inteligente y moderna de España, había entendido el
mensaje desde el primer momento. No puedo recordar ahora si el ejemplo literal
suyo era este, pero se trataba de evitar de una vez que el hijo de un albañil
le pudiera arrebatar por nota el acceso a la facultad de arquitectura al hijo
de un arquitecto. Y pusieron manos a la obra.
No cabe duda, lo han
conseguido. Y ahora el PP les imita, sólo que quien no quiere enterarse, por
otras razones, es CIU. Es decir, que nadie descarte que estos «nuevos» inventos
se exporten.
¡Ah! Sobre por qué ahora ya se
empieza a aplicar la literalidad de la LOGSE en la privada de semiélite, me
remito al post anterior o, más brevemente, a la intervención de mi querido
Guachimán -gracias por ella, amigo-, que reproduzco aquí literalmente, a modo de conclusión:
Hace algún tiempo, viendo el rumbo que tomaba la
enseñanza pública, empecé a pensar que el mejor intérprete de por dónde iba a
acabar derivando la humanidad fue Aldous Huxley. Releí "Un mundo
feliz" y me quedé absolutamente convencido: los alfa, los beta, los
épsilon... y los interventores en todo lo alto, auxiliados por altos directivos
babosos en el control del sistema. Ese es el camino de la LOMCE: la expulsión
del pensamiento crítico y sus fundamentos, más un feroz clasismo, ampliación
del de la LOGSE. No puede negarse que la propuesta de los jesuitas va en la
misma línea. Una última cosa: hace unos días, vi un reportaje televisivo (ya
sabes cómo están aireando estas cosas los medios propagandísticos oficiales) en
el que aparecían unos niños trabajando con este modelo: montones de niños en
torno a mesas de diversos tamaños haciendo lo que fuera mientras los profesores
pastoreaban por ahí. ¡Que eso ya se inventó hace décadas y hasta se puso en
práctica, hombre! Se le llamaba trabajo en equipo, y hubo que dejarlo porque no
funcionaba. ¡Qué manía de desenterrar momias viejas, cambiarles el nombre y
presentarlas como la megarrevolución!
"Evitar de una vez que el hijo de un albañil le pudiera arrebatar por nota el acceso a la facultad de arquitectura al hijo de un arquitecto": un resumen perfecto de las oscuras (o no) intenciones del sistema. Enhorabuena por el artículo y por tus reflexiones jesuíticas, Xavier.
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