Hay dos artículos hoy en “El
País”, rotativo nada sospechoso de proclividad hacia el independentismo catalán
–si alguien lo pensare, fuere un enfermo-, que abundan en la incompetencia, torpeza
y actitud chulesca hacia Cataluña de una España supuestamente eterna, la de las
esencias, más propia de gañanes que de gobernantes de un estado moderno. Y me
temo, anuncio para navegantes, que se auguran mares arboladas, montañosas y
hasta “confusas” - dicho sea de paso, y para darle algo de enjundia al registro
grumetero que emplea el Sr. Mas en sus metáforas náuticas: la mar confusa es
la peor- para los tiempos que pronto acaecerán… si el buen sentido no lo
remedia.
Los artículos en cuestión
son, uno, el editorial del rotativo , el otro, de contenidos
económicos a raíz del desequilibrio de los presupuestos, va a cargo de Xavier Vidal Folch. Por cierto, tampoco nada sospechoso de independentismo y de los
pocos que, contra vientos y mareas, se ha seguido manifestando siempre más que
reluctante a la independencia de Cataluña y tratando de poner algo de
racionalidad en todo este despropósito. Pues bien, lo diremos así: llegó
Montoro con sus presupuestos –es un decir- y ya la tenemos liada. ¡Ay! España
de mis entretelas, ¡pero qué burra llegas a ser!
Decía el viejo Aristóteles
que las revoluciones siempre, siempre, son una consecuencia de la torpeza de
los gobernantes. Y creo de veras que el estagirita tenía toda la razón. Como en
tantas otras cosas. Parafraseándole, Tayllerand apostilló en cierta ocasión, a
propósito del asesinato de un líder de la oposición en Francia, inducido desde
el poder –no recuerdo cuál… ¡sirvió a tantos!- que aquello había sido mucho
peor que un crimen: un error, un error fatal. El régimen cayó poco después.
Son sutilezas de una guisa
que no parecen estar al alcance de los gobernantes españoles, impertérritos y enrocados
en una realidad cuya naturaleza ficticia sólo es comparable a la de los independentistas
catalanes. ¿Será cosa de Sepharad? ¿No se dan cuenta de lo que está ocurriendo
en Cataluña? ¿Creerán de verdad en los tanques? ¿O en la UE a la que las cosas
se empiecen a torcer? ¡Por Dios!
No voy a entrar en los
contenidos de los artículos, ahí están, pero me permito recomendar encarecidamente
su lectura. Desde datos hasta valoraciones, todo indica que en ciertos pagos,
no sólo siguen sin enterarse, sino que se dan a la vez por enterados sin acuse
de recibo. Silencio administrativo. Y a falta, por ahora, de tanques, castigan
con el presupuesto público, no al Sr. Mas y a sus followers, sino a todo el pueblo de Cataluña. Os habéis portado
mal, así que os quedáis sin caramelos. A lo mejor así da para cubrir las
tarjetas de crédito de Bankia, con ilustres exministros implicados, cuya única
respuesta ha sido que, según les dijeron, todo esto era “legal”. Pues qué bien…
¡Como la Constitución! dirán los otros.
¿Cómo puede reivindicar la legitimidad el
deslegitimado? Me ahorraré abordar la inusitada celeridad del TC, tan
proverbialmente presuroso, como es bien sabido. Pero sí me permitiré incidir en
algo que me parece más que verosímil. Muy probablemente, la ley de consultas catalana
sea constitucional –tampoco son tan necios-, pero seguro que no lo es
un referéndum sobre la independencia, por más consultivo que sea, como el que
se plantea para el 9-N. ¿Les ha ofuscado la capacidad de discernir la retranca
del apoltronamiento? ¿Qué tendrá que ver el carnet de conducir coches con el de
pilotar aviones? No… son matices fuera de contexto. Hay que ponerse a la misma
altura que los otros. Y a eso hay quienes tienen la desfachatez de llamarle
poder judicial. Si Montesquieu levantara la cabeza…
Es como si un profesor
suspendiera a un alumno porque su padre le cae mal. Y como no puede con el
padre, se ceba en el alumno. Recurso viejo de maestro nacional franquista… y de
pedagogo posmoderno, también. Mucho me temo que no saben con qué están jugando.
Mucha chanza sobre que si los catalanes siempre piden más, que si no tienen “güevos”,
que si se van a enterar, que si el estado de derecho o que si el Sursum Corda…
Pero es que, siempre, siempre, seguimos en las mismas sandeces, porque…
Sea Cataluña o el Bantustán,
un estado ha de promover sus regiones más dinámicas, o de lo contrario, toda la
nación decae. Que a estas alturas no exista un AVE por el corredor mediterráneo,
y con las reticencias que el propio gobierno español ofrece a la financiación
europea para este proyecto, por poner un ejemplo, no es que sea una torpeza, es,
como decía Tayllerand, un error, uno más de tantos; añado: propio de garrulos.
Propio de provincianos.
En definitiva, puede que Mas
sea un crápula, pero esto no quita que los gobernantes españoles sean unos
tunos. Sobra altanería y falta talento… en todas partes.
Otra posibilidad es que sean
topos de ERC, porque independentistas los fabrican en serie. Contra más lo
pienso, más acecha la duda. Claro que, a lo peor, es que son simplemente una
patulea de fatuos arrogantes sin nada que arrogarse, más allá de lo que roban,
unos y otros. Y el pueblo que se pelee por banderas, alguien hará negocio.
Hace poco, en otra entrega,
estuve a punto de parafrasear a Don Miguel de Unamuno cuando, al final de su
magistral réplica al detritus y sus
corifeos, concluyó, apesadumbrado, con la frase “…me parece inútil pediros que penséis en España”. ¡Qué actual! Se
la iba a dedicar al Sr. Mas substituyendo España por Cataluña. Creo que tanto
unos como otros, allende y aquende el Ebro, se han hecho acreedores a tan
dudosa dedicatoria; va para cualquiera de ellos, entera, pero con especial
devoción, hoy, a Montoro y a su sonrisa sardónica:
"Estáis esperando mis
palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio.
A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser
interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso
-por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre
nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión
contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo, lo
quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír
el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!" y yo, que he pasado
mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las
comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula
paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es
preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra.
También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente
demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me
atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de
la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de
Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se
multiplican los mutilados a su alrededor.
Éste es el templo de la
inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto.
Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para
convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta:
razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España.
He dicho."
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