En su más reciente comparecencia pública ante los media, la Sra. Mato, a la sazón ministra de sanidad, lo primero que dijo fue que estábamos ante el primer caso de Ébola contagiado en Europa, cosa que ya sabíamos; lo segundo, que no le espantaran al personal.
La Sra. Mato no sabe de Medicina. Cómo haya llegado a dirigir la sanidad española no es cosa que ahora importe. Yo aquí vengo a aportar soluciones en positivo, si de lo que se trata es de capear el temporal y que la "chusma" no se enardezca más de la cuenta. Pues bien, ahí va la solución política:
La escuela la fundó Fraga Iribarne, con un par, como no podía ser de otra manera. Cuando un avioncejo norteamericamo, allá por los sesentas, perdió "accidentalmente" una bomba atómica en las costas de Almería, el entonces ministro de información y turismo de una dictadura que lo ocultaba casi todo, menos sus inocultables mediocridad y hedor, nuestro inefable "queimador", que tampoco sabía nada de bombas atómicas, fue a bañarse en los mares donde había caído la bomba con el embajador americano, para tranquilizar al "buen natural" del pueblo. Dando ejemplo y que no cunda el pánico; exponiéndose a las radiaciones nucleares. Él, el embajador yankee, la prensa domeñada... todos allí, aguantando mecha y eventuales afecciones. Lo repito, con un par. Si lo hacen "el ministro" y "el americano", será que no es nada. Y la cosa se calmó.
Por eso propongo formalmente que la Sra. Mato, en tanto que ministra de sanidad, visite personalmente a los infectados por Ébola en sus habitaciones en la Carlos III, a pecho descubierto, salvo lo que el decoro exija, sin trajes inmunizantes, que compartan desayuno ante las cámaras, que se den un beso... Todo eso. Y la gente se tranquilizará. Seguro. Y ella quedará como una ilustre émula de su mentor ideológico, y con sus mismos arrestos. Que eso no se le puede negar, Don Manuel los tenía. Lo cortés no quita lo valiente, aunque me metiera en la cárcel.
Coda: Había una bomba atómica, o dos, no lo recuerdo, perdidas por los mares de Almería, que ni los más sofisticados sistemas de radioposicionamiento alcanzaban a encontrar. La encontró "Paco el de la bomba", un pescador a caballo mendicante entre los puertos pesqueros de Almería y el Serrallo de Tarragona. Un auténtico GPS cuando no existían los GPSs. El Premio Nobel de Medicina de este año se ha otorgado a los "descubridores" del GPS cerebral. Enhorabuena, pero yo se lo habría dado a "Paco el de la bomba". Un modesto pescador al cual, por cierto, ni se molestaron en pagarle lo que le habían prometido unos y otros. Como ha de ser. Como pasa siempre aquí. Brindo por él.
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