Teorizar sobre Star Wars
quizás pueda parecer excesivo. Sin embargo, y como dice acertadamente Jorge en su blog, aunque
la gravedad y la «metafísica» de la saga sean de baratija de mercadillo, no es
menos cierto que nada es ajeno a su tiempo. Tampoco Star Wars, de la que, sin
rubor alguno, me considero un entusiasta seguidor de las seis primeras
entregas. La séptima, y última por ahora, «El despertar de la Fuerza», ya es
otra cosa…
Han transcurrido casi cuarenta
años desde la primera entrega, y aunque sólo fuera por esto, puede considerarse
una suerte de género; no como el «Western», ciertamente, ni como «Tarzán», pero
situada en algún borroso punto medio entre ambos. Como el Western, Star Wars es
deudora de sus momentos. Baste recordar para ello el distinto tratamiento que
merecen, en el caso del Western, la
figura del general Custer y su correlato, los indios de las praderas, a lo
largo del recorrido del género: de héroes a villanos, o de villanos a héroes,
según el caso. Cada presente se proyecta sobre el pasado en función de sus
propios intereses e inquietudes. De las analogías con Tarzán diré, simplemente.
que hemos pasado de John Weissmüller a musculosos hormonados con tanga de piel
de leopardo. Es suficiente.
Star Wars no se proyecta
sobre ningún escenario histórico adulterado, a diferencia del Western, pero igualmente (...)
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