Aunque no haya gobierno en
Cataluña, hay centinelas. Hasta en mi tierra, tan desconectada de España en
otros menesteres, el «Departament» parece haberse tomado muy en serio la
chirigota española –Guachimán, con todo
el cariño ¿que era una incierta noticia?- contra los profesores no
sé de qué sobre la pederastia. La verdad, me da vergüenza poner el link;
además, como está en catalán, igual se perdía algo en la traducción, como en “lost in translation”.
Que nadie se preocupe por las lenguas
vernáculas, dicen lo mismo que decía la noticia en el diario.es; eso sí,
traducido. Todo un detalle. Uno, algo garrulo sin duda, jamás ha podido
establecer la diferencia entre que “te jodan” o que “et fotin”… será cosa de académicos.
Por mi parte, y como ya hablé
con anterioridad del insulto intolerable que es la exigencia de que uno
acredite que no es lo que, por lo visto, se le supone ser, y por más milongas
que me cuenten, he tomado mi decisión personal, a la cual también tengo derecho,
hasta donde me consta; y si no fuera así, mierda para el derecho. Así pues, sólo
voy a anunciar la que será mi posición al respecto de la legítima demanda de la
Administración para que yo pague 30 eurillos con la finalidad de acreditar mediante
certificado que no soy lo que ellos piensan que acaso pudiera ser. Y quién esté
de acuerdo conmigo, excepto si es un pedófilo, que lo difunda. Es simplemente
intolerable.
Obviamente, y por imperativo
legal, pagaré lo que administrativamente corresponda, para que se me expida el
certificado que acredite que nunca he ni siquiera atropellado a un perro
conduciendo, con el añadido de que no tengo ningún tipo de antecedente penal
por cualesquiera delitos sexuales o de «género», ni de pederastia ni de pedofilia,
ni de ninguna otra índole. Eso sí, todo hay que decirlo, una vez, hace ya un
cierto tiempo, en un chat me preguntó una presunta menor si me lo había montado
alguna vez con una jovencita. Le respondí que sí, claro, cuando fui jovencito.
Punto.
Pero, discúlpenme -estoy hasta
el gorro- añadiré al certificado que se me emitirá, y que supongo que una vez
en mi posesión deberé de acreditar por el debido registro de entrada, otros
muchos documentos adjuntos. Por ejemplo, mi expediente académico, dos licenciaturas,
una con media de excelente y otra con premio extraordinario final de carrera.
Mis pasaportes, incluso los caducados –es fácil guardarlos- acreditativos de
mis múltiples viajes con visados, incluidos dos en los que se me concede
permiso «indefinitely» para residir
en los EEUU, que puede que me traigan problemas, porque para que me los dieran –era
un requisito de empresa- tuve que mentir: había un ítem en el formulario que
preguntaba si un servidor era comunista, advirtiendo que en tan virtuoso país a
este tipo de gentuza no les permitían entrar. El ítem era diáfano: en los EEUU
no permitimos la entrada de maleantes, gente de mal vivir ni comunistas, si es
el suyo alguno de estos casos, marque “X” en el recuadro. Tal cual Pascual.
Mentí, claro; y con reincidencia. Y miren, fui comunista –o eso pensaba yo- en mi
adolescencia. Luego supongo que dejé se serlo, pero como las cabras tiran al
monte, cada vez creo que más lo vuelvo a ser. Y lo añadiré como declaración
jurada adjunta al certificado de no pedofilía que, inevitablemente, tendrán que
expedirme.
También añadiré en los documentos
adjuntos que cuando tenía 16 años me detuvo la secreta de la guardia civil, el
uno de mayo de 1976, y que como era viernes, me tiré todo el fin de semana en
la trena, o en el cuartelillo, que se le llamaba. Y que el gran comisario jefe
de Tarragona, cuando vinieron mis padres al día siguiente –aterrorizados- a
verme, me recibió en su espacioso despacho, con amplias estanterías, y me
preguntó si necesitaba algo –Alfaro, se llamaba, y veraneaba con la élite protoconvergente
de Tarragona en Prades-. Le respondí que deseaba una bombilla -mi celda la
tenía fundida-; me dijo que claro que sí, y que si quería algún libro de los
que tenía. Por ejemplo –lo recuerdo como si fuera ayer- de «Joseantonio». Le
dije que no, y me quedé sin luz para el resto del miserable tiempo que pasé
allí.
Y pienso también adjuntar declaraciones
juradas, en fin, que acrediten que nunca utilicé medios torticeros para ligarme
a nadie, que todos mis ligues me los curré con el sudor de mi frente, y no con el
de la de enfrente –ya sudaría luego, especialmente si era en verano-. Y más
aún, añadiré que me niego a que nadie acredite que no soy lo que nunca he sido;
y que si acaso, consulten a la policía,
Esta vez se han pasado
tres pueblos de frenada. Y aquí, en mi tierra y en la que vivo, lo siento, pero
no voy a ponerme a templar gaitas. O me aceptan toda la documentación adjunta,
o acaso quede como pederasta por negarme a entregarla y me echen del cuerpo
aprovechando que el Pisóraka pasa por Pucela. Porque llegados a tal punto, no
cabe sino evocar a la barca del calderón (perdón por la broma): a la sociedad
la hacienda y la vida, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma es de Dios.
Aunque no crea yo en Dios.
Si en Europa, España y en Cataluña gobiernan partidos de derechas no entiendo como puede sorprender esta nueva ley. Recuerdo que en la época franquista para la obtención de una plaza en la administración pública se exigía la presentación de "certificados de buena conducta" expedidos por el jefe local de la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (abreviado FET y de las JONS) y el cura de la parroquia. Quizás deberíamos pedir a la FAES que aconseje al gobierno a la creación de una junta parecida para este cometido. En Cataluña, para respetar el tema de competencias y mientras no se cree el nuevo estado catalán, debería ser expedido por una junta surgida de las filas de Junts pel Sí.
ResponEliminaPues precisamente, que parece que volvemos a la FET de las JONS. Una cosa es perseguir el crimen y a lo pervertidos, otra que tengas que acreditar que no eres un pervertido. Lo pedirán también en Inglaterra y lo que se quiera, pero a mi me da que nos estamos saltando la presunción de inocencia.
ResponElimina¡Ah! muy gracioso lo de la FAES y Junts pel Sí.
Esa norma es un abuso indecente, Xavier. Las únicas leyes que rigen en Cataluña desde hace tiempo son las de Murphy. He publicado en mi blog un artículo sobre el asunto. Un abrazo.
ResponElimina