No sé si será una actitud muy
astuta, o si es simple canguelo, pero lo cierto es que ni la honorable Rigau ni
la ex honorable Ortega parecen haber heredado los arrestos de su compatriota
Agustina de Aragón. Sí, y que me perdonen los maños, pero las cosas como sean,
Agustina Raimunda María Saragossa i Domènech (1786-1857) era catalana, y por
cierto, también muy reaccionaria y otras cosas que ahora no vale la pena comentar, aunque apenas tenía letra. Lo que no se sabe
del todo cierto es donde nació. En Barcelona, lo más probable, o en Reus (según
la Gran Enciclopedia Aragonesa), o hasta en Fulleda (Lleida), de donde sí
ciertamente eran originarios sus padres. En fin, sea como fuere, el caso es que no le han
salido émulas a la inefable Agustina en nuestras coetáneas heroínas Rigau &
Ortega. Al paso que vamos, al final igual hasta resultará que el referéndum lo
organizó un servidor. Tendría gracia. ¿Pero hubo un referéndum?
Porque, ya veremos qué dice el
gran líder cuando le toque declarar, pero hasta ahora, y según la consejera de
Educación y la por entonces de gobernación y vicepresidenta de la Generalitat,
al menos a tenor de lo que parecen haber declarado, diríase que la cosa les
pilló por sorpresa y que, como Felipe González con el tema de los GAL,
ellas también se enteraron por la prensa de que había un referéndum; y nada,
pues a mandar que para eso estamos.
Y esto no es serio. Porque podría
pensarse que con tal actitud escapista le están colgando el marrón a Mas para
que se lo coma él solito, y, hombre, ¡eso tampoco! Y también porque si no se
atreven a dar la cara ahora y decir «pues
sí, mire, lo organicé yo ¿qué pasa?», ¿Qué harán cuando declaren
unilateralmente la independencia y venga alguien de Madrid a ver con quién hay
que «hablar»? ¿Dirán que quién declaró la independencia fueron las CUP y que se
entienda con ellos la Guardia Civil?
A mí, personalmente y a estas
alturas, la verdad es que la legalidad o ilegalidad del referéndum, o la legitimidad
o ilegitimidad política del procesamiento por haberlo convocado, se me da un
ardite y ya he dicho en otras ocasiones lo que pienso sobre ello: un despropósito y una payasada, tanto por parte de unos como de otros. Pero lo tirar
la piedra y esconder la mano, me parece de una zafiedad inexcusable...
Porque muy
especialmente en estas cosas, hay que dar la cara si se quiere merecer
un mínimo de credibilidad. Y a este paso, ya lo veo venir, los que se
la van a cargar cuando se proclame la independencia serán los 10 diputados de
las CUP. Al final también a ellos les tocará hacer de Agustina de Aragón; a las
"niñas" de colegio de monjas, desde luego que no; ha quedado muy claro que si ha
de haber hostias, que las reciba otro; ellas no estarán. Que no se diga que no
advirtieron, porque ya nos lo han dicho.
Han dado una imagen paupérrima, Xavier, sobre todo, Irene Rigau, con toda esa farsa de la cabeza gacha y los cien acompañantes al entrar y la chiquillada de aparecer levantando el puño (¿sería un guiño a los de la CUP?) y con una sonrisa de oreja a oreja al salir. Seguro que no estuvo tan flamenca ante el juez, ante quien ha tenido la desvergüenza de descargar las culpas sobre unos "voluntarios" a algunos de los cuales todos sabemos que poco menos que obligó. Con dirigentes de esta pasta, poco se puede esperar del movimiento que encabezan.
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