El gobierno del Sr. Mas y su
áulica "consellera" Rigau, acaban de aprobar el decreto de
plantillas. Un tema que, a mí, como docente y como ciudadano, me sugiere las
siguientes reflexiones. Se las dedico a ambos.
Pretender hacer un país a
imagen y semejanza propia entraña el peligro, entre otros, que si uno es
mediocre, tal vez pretenda que su mediocridad pase desapercibida; más aún,
incluso que el modelo mediocrático acabe sentando cátedra. Desde la réplica
magistral de Unamuno a "aquello", deberíamos saberlo. Esto es lo que
está pasando con las "élites" -es un decir- dirigentes catalanas que
están pilotando -también es un decir- el proyecto independentista. Y para que
tal mediocridad no sea perceptible hay que cortar de cuajo, claro, toda
posibilidad de contraste. No fuera que el buen pueblo acabara descubriendo que
sus élites son, no sólo compulsivamente cleptocráticas, sino también de
un cenutrio que sólo el ensimismamiento en que han sumido a la sociedad catalana
permite que pase desapercibido.
La verdad, un simple vistazo
a sus dirigentes más conspicuos basta para constatar que estamos dirigidos por
"homenets" -hombrecillos-,
o por ganasses -patanes-, cuando no por "tietes" de corte serratiano. Y todo eso si no se trata de chorizos y prepotentes inconscientes de sus limitaciones... Claro, porque
no se comparan con nadie, sólo con ellos mismos y entre ellos.
L'entotsolament
-el
ensimismamiento- nunca puede ser bueno, pero cuando se auspicia desde el poder
con finalidades de control social es aún más detestable. Ahora, con el decreto
de plantillas que se acaba de aprobar en Cataluña, el ensimismamiento y la más obscena de las sumisiones quedan
aseguradas a mayor gloria del gran proyecto. Todo atado y bien atado, como dijo
aquel otro "aquello".
A partir de ahora cualquier
voz crítica podrá quedar acallada sin necesidad ni tan sólo de justificar las
razones de tal acallamiento, porque no hará falta darlas. Será legal tal cual, Pascual. Ese es el concepto de ley de los que mandan por acá.
Con ello se aseguran un control absoluto del sistema educativo, a imagen y
semejanza de los que lo han concebido, donde imperará la ramplonería más pacata
bajo el férreo control ideológico y moral de una caterva de enanos que sueñan
con ser gigantes y creen, en su delirio, que lo
han conseguido. El sistema educativo en Cataluña ha quedado
definitivamente herido de muerte... si no lo remediamos.
Tal vez a su mediocridad y a
su megalomanía esto les vaya muy bien. No habrá críticas, y los malos siempre
serán los otros. Luego se quejan de que Cataluña ha tenido mala suerte
histórica. Ya se lo dijo Gaziel, una cosa es la mala suerte y otra ser un mal
jugador. Pero cualquiera se lo dice hoy en día, tan cofois de si mateixos, tan pagados de sí mismos como están... Más
dura será la caída.