Montpensier Serrano Paúl y Angulo
LOS SOSPECHOSOS HABITUALES
Ciertamente, y esa es la línea conceptual de la que creo
que parte Pedrol Rius para ordenar e interpretar los hechos, se ha apuntado en
más de una ocasión la posibilidad de que, si es verdad que Prim se había
convertido en un problema para tirios y para troyanos, se hubiera dado algún
tipo de alianza tácita entre facciones rivales, incluso enemigas a muerte, para acabar con el problema
común. Esta teoría abonaría la idea de una conspiración de Estado y explicaría
las posteriores brumas que envuelven la investigación sobre el magnicidio.
Muerto Prim, él al hoyo y los vivos cada uno a su bollo. Se corre un tupido
velo y aquí no ha pasado nada. La consideraremos como hipótesis, pero no me
parece verosímil.
De manera que, dentro del margen para la especulación que
tenemos en esta investigación/divertimento, en la cual sólo podemos basarnos en
un tratamiento lógico de hechos que otros nos han aportado, veamos quiénes han
sido los “sospechosos habituales” según las historiografías oficiales.
En un sentido u otro, la autoría de la muerte de Prim se ha atribuido a los siguientes personajes, facciones o sectores ideológicos:
1.- El duque de Montpensier y su presunta facción, los
montpenserianos.
2.- Los elementos radicales del republicanismo
federalista, cuyo más conspicuo elemento sería un diputado andaluz y activista
radical,
supuesto autor material del asesinato, José Paúl y Angulo.
3.- El general Serrano.
4.- La trama cubana: Los negreros cubanos o, subsidiariamente, los independentistas cubanos.
Hay también algunas fabulaciones extravagantes que sitúan a Napoleón III en la cúspide de la conspiración contra Prim. Según esto, el emperador francés habría solicitado a Prim la ayuda de España en la guerra contra Prusia de 1870. A cambio, Napoleón III garantizaba el reconocimiento por parte de Francia de la República española. Prim, ni interesado en la república ni, menos aún, en enfrentarse militarmente a los prusianos, habría declinado la petición. En venganza, Napoleón III habría organizado la conspiración que llevó a Prim a la muerte. Una pista delirante, sin más.
Más allá de la insignificante ayuda que España podía representar para el Segundo imperio en su guerra contra la Prusia de Bismarck, lo cierto es que Napoleón es derrotado y hecho prisionero por los alemanes el 2 de septiembre de 1870, en Sedán. Dos días después es depuesto por la III República y en poco tiempo estalla la Comuna de París. El atentado contra Prim tendrá lugar el 27 de diciembre del mismo año, tres meses y medio después después. Difícilmente podía Napoleón III urdir y financiar atentados contra políticos extranjeros, prisionero como estaba de los alemanes, primero, o destituido y exiliado, después. Otras cuestiones mucho más perentorias ocupaban su atención por entonces.
Nos quedan pues cuatro sospechosos. Vayamos a por ellos.
Hay también algunas fabulaciones extravagantes que sitúan a Napoleón III en la cúspide de la conspiración contra Prim. Según esto, el emperador francés habría solicitado a Prim la ayuda de España en la guerra contra Prusia de 1870. A cambio, Napoleón III garantizaba el reconocimiento por parte de Francia de la República española. Prim, ni interesado en la república ni, menos aún, en enfrentarse militarmente a los prusianos, habría declinado la petición. En venganza, Napoleón III habría organizado la conspiración que llevó a Prim a la muerte. Una pista delirante, sin más.
Más allá de la insignificante ayuda que España podía representar para el Segundo imperio en su guerra contra la Prusia de Bismarck, lo cierto es que Napoleón es derrotado y hecho prisionero por los alemanes el 2 de septiembre de 1870, en Sedán. Dos días después es depuesto por la III República y en poco tiempo estalla la Comuna de París. El atentado contra Prim tendrá lugar el 27 de diciembre del mismo año, tres meses y medio después después. Difícilmente podía Napoleón III urdir y financiar atentados contra políticos extranjeros, prisionero como estaba de los alemanes, primero, o destituido y exiliado, después. Otras cuestiones mucho más perentorias ocupaban su atención por entonces.
Nos quedan pues cuatro sospechosos. Vayamos a por ellos.